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(Foto: GEO Resarch ETK)

Un estudio realizado por los investigadores Naim Bro y Marcelo Mendoza indagó en la forma en que se distribuyen los apellidos en Santiago. A pesar de ser sólo relaciones generalizadas, hay algunos datos que aportan a entender que “la clase alta se comporta como una minoría étnica”, señala el documento.

Para el sociólogo e investigador del Instituto Milenio Fundamento de los Datos, Naim Bro, resultó interesante aprovechar que en Chile, como en la mayoría de los países latinoamericanos, “tenemos la peculiaridad de tener dos apellidos. En la mayoría de los países no es así, tienen sólo el paterno”, y eso es lo que usaron para cruzar datos de relación y de demografía, entre otras aristas que también aparecen, como el factor socioeconómico.

“La mayoría de los apellidos se conecta aleatoriamente”, comentó Bro, y por tanto, no se pueden establecer conexiones tan claras, pero “hay dos categorías de apellidos que no se conectan aleatoriamente. Esos son los apellidos étnicos y los apellidos de la clase alta más tradicional”. Esto se refiere básicamente a que es mayor la probabilidad de encontrar, por ejemplo, relaciones de apellidos palestino-palestino, judío-judío, e incluso pudieron hallar un clúster de apellidos gitanos.

En el caso de los relacionados a la clase alta, “son los apellidos que la gente conoce. No estamos diciendo nada súper revolucionario”, y en estos encontramos los clásicos y más corrientes Errázuriz, Schmidt, García-Huidobro, Larraín y Eyzaguirre. Sin embargo, lo interesante es que, tienden a conectarse entre sí como lo hacen las etnias y además, “hay una dimensión territorial súper marcada”, apuntó el sociólogo, añadiendo que “es interesante cuando uno arma algorítmicamente los barrios de Santiago, el barrio alto no parte en Plaza Italia, sino que parte en Bellas Artes e incluye a Ñuñoa”.

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