(Foto: Facebook Los Jaivas)
Por Pablo Medel Quilodrán
La mañana del 15 de abril de 1988, Gabriel Parra, el mítico baterista de Los Jaivas, salió de su hotel en Lima y tomó la carretera Panamericana rumbo al sur, acompañado sólo de una productora. Pasado el pueblo de Palpa, 380 kilómetros al sur de la capital peruana, el automóvil chocó con un monolito justo en un ángulo conocido entre los locales como “la curva del diablo”, falleció en minutos.
Este hecho trágico marcó sin duda, la historia del grupo y se recuerda con gran solemnidad por los amantes de la música chilena. A juicio de Freddy Stock, Gabriel era como lo definía el líder de la banda, Gato Alquinta - El motor fuera de borda del grupo-, “era todo movimiento, fuerza, muy distinto a sus dos hermanos, que eran más calmos, interesante que esas personalidades contrapuestas dieran vida a la principal banda de la música chilena”.
Gabriel fue un músico virtuoso y un genio de los tambores, considerado por la crítica como uno de los mejores bateristas del mundo. ¿Qué hizo de Parra un referente tan importante?
Para responder, Stock da un ejemplo que está en su libro. “Cuando Los Jaivas van a tocar a Londres a los camarines llega Ginger Baker baterista del grupo Cream a felicitarlo, porque nunca había escuchado a nadie así. El sonido de Gabriel se comenzó a comparar con músicos excepcionales como John Bonham de Led Zepellin, entre otros grandes referentes. Fue sin duda el mejor baterista de la historia del rock chileno”, afirma el periodista.
La idea de Gabriel era hacer un gran concierto en las ruinas de Nasca al sur del Perú para retomar la impronta latinoamericana del grupo. “Los Jaivas son más que un grupo musical, son cinco hermanos que sonaban como uno. Por ejemplo la canción Todos Juntos era una idea, una melodía que tenía en la mente Eduardo Parra, y por otra parte el Gato venía trabajando en la idea de cómo se vería el mundo desde arriba y así surge este clásico. Cada uno aportaba una línea creativa. De hecho el Gato nunca firmó una pieza con su nombre, a pesar que el escribía las canciones, esto porque sostuvo siempre que nunca se le hubieran ocurrido las canciones si no fuera él parte de Los Jaivas”, sostiene el autor del libro.
Finalmente Stock aconseja a los nuevos bateristas a revisar las presentaciones de Gabriel Parra. “Hay una batería que usa en el Festival de Viña del año 83 que es una pieza de estudio. En ella cada tom era una nota musical, era zurdo y no sólo seguía la melodía de cada canción, si no que hacia islas melódicas con su instrumento”, concluye.
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