Al árbitro Javier Castrilli le decían El Sheriff. De rostro adusto, gestos severos, impecable peinado a la gomina, el juez no se inmutaba para repartir tarjetas a diestra y siniestra. También le decían El Juez de Hierro, un magnífico apodo para un árbitro, pues significaba que Castrilli no tenía contemplación alguna a la hora de impartir algo parecido a la justicia dentro de una cancha.
¿Era buen árbitro Javier Castrilli? Muy bueno. De los mejores. Como dijo un futbolista alguna vez, “cuando Castrilli dirigía sabías que ganaba el equipo que mejor jugaba, no según el peso de la camiseta”.
El Sheriff dejó de dirigir en 1998 tras una exitosa carrera. Desde esa fecha nunca había estado a cargo de comandar la preparación de los jueces, hasta ahora que la dirigencia chilena lo puso al frente del referato chileno en reemplazo de Jorge Osorio. Castrilli, pese a su enorme experiencia, debuta en un rol inédito en su bitácora.
Cuando asumió la actual directiva de la ANFP el mandamás del Comité de árbitros era Enrique Osses. Estuvo a cargo de la implementación del VAR en Chile y la preparación de los jueces para este nuevo fútbol que ahora contaría con la colaboración de las cámaras. Osses, además, era conocido por ser un jefe exigente. Cuando un juez cometía un error grande, se quedaba sin dirigir algunos partidos. Nunca realizaba críticas externas, pero puertas adentro tomaba decisiones radicales. Con Osses no dirigían todos, sólo los mejores.
Pero Osses fue removido sin una explicación demasiado contundente. Se habló de un giro en la forma de conducir a los jueces chilenos, de presiones de los equipos grandes, de que Osses ganaba una remuneración muy alta. Nunca quedó demasiado claro. Jorge Osorio asumió la posta. Volvieron a dirigir jueces que estaban relegados. Tenían que arbitrar todos, así lo había solicitado el Sindicato de Árbitros. El nivel bajó considerablemente. Es habitual ver errores enormes en los partidos de la competencia local, pese a contar con la herramienta del VAR. Se requería un golpe de efecto y el directorio de Pablo Milad lo consiguió con el concurso del juez de hierro, conocido en todo el planeta fútbol, un crítico contumaz de la Conmebol, un hombre con un trabajado perfil mediático. Un señor, hay que decirlo.
Javier Castrilli estaba trabajando en medios de comunicación. Desde hace mucho tiempo comentaba con vehemencia y particular detención los partidos de Chile, sobre todo ante evidentes errores arbitrales que perjudicaron abiertamente a La Roja. Hace varios meses El Sheriff había presentado un proyecto para encabezar el Comité de árbitros nacional.
La ANFP busca todas las respuestas en el extranjero, lo que en rigor no está mal. Al contrario. Pero partir desde ese precepto, sin siquiera evaluar opciones locales, es al menos llamativo. En Chile, el técnico, director deportivo y ahora el jefe de los árbitros, son extranjeros.
Quizás no sea mala idea seguir la corriente y buscar dirigentes fuera de nuestras fronteras que asuman el control de los clubes y la ANFP. Total, todo lo bueno viene de afuera.
¿O no?