Un informe del Ministerio de Educación (Mineduc), realizado este año, reveló una preocupante cifra. En los últimos diez años existe una disminución de los estudiantes hombres que eligen carreras relacionadas a la pedagogía, específicamente a la enseñanza básica.
Se estima que, en 2024, del total de docentes que realizan clases en este nivel solo el 23% es masculino, lo que se traduce a 32.700 profesores a nivel nacional.
Esta cifra está muy por debajo si se compara con las profesoras. En ese caso, según los datos oficiales, 77% de las aulas chilenas están ocupadas por mujeres, lo que se traduce en 108.800 maestras registradas en 2024.
Según los expertos, esta tendencia se debe principalmente a los denominados “estereotipos de género”. Se trata de carreras universitarias y profesiones que tiene el sesgo histórico y social de ser realizada solo por mujeres, por lo que resulta “poco atractivas” para los hombres. En este caso en particular, las mujeres han asumido el rol de la educación en la sociedad, lo que alejaría al género masculino de este tan importante rol social.
Los ejemplos abundan y los datos son concretos: En Chile, de primero a octavo básico, solo el 20% de las personas que hacen clases son hombres.
“Hay algo cultural que lamentablemente llama a los estereotipos por muchas cosas. Desde épocas muy antiguas el trabajo más directo con la infancia, desde su cuidado, desde los elementos más sensibles eran roles más bien asociados a lo femenino, a la mujer, a un carácter, a un perfil más sensible y contenedor. Pero son etiquetas de las cuales ya nos hemos ido despojando con el tiempo”, comentó Anita Díaz, directora del área de Atracción y Retención de Elige Educar.
“Si dejamos de asociar los primeros años de educación solo al cuidado y a la protección, que, por supuesto están a la base, y empezamos a mirar también todo el impacto que tiene más bien desde un desarrollo justo, equitativo, igualitario, podríamos empezar a tener más atracción y más adherencia de hombres hacia estas carreras”, sentenció la experta.
CAMBIAR LA MIRADA
Nicolás Alcaino Calderón (21) cursa segundo año de Pedagogía en Educación General Básica en la Universidad de Santiago de Chile (Usach) y vive a diario este fenómeno al interior de la sala de clases. Su generación está integrada por 42 personas, 36 de ellas son mujeres.
“Me interesó estudiar pedagogía por el factor social que tiene la carrera, por mi intención de dejar una huella con los estudiantes y con los colegas”, comenta el joven, quien asegura que ya en segundo año comenzó con un trabajo en sala de clases que lo tiene mantiene motivado y con la idea de que eligió una carrera que lo realiza en lo personal y profesional.
“Existe la creencia errónea de que esta carrera tiene una perspectiva más femenina. Se le relaciona mucho a lo maternal porqué se trabaja con niños y niñas, pero es un error histórico por la connotación que tiene la pedagogía en la sociedad. Existe una diferencia en género evidente, se dice que los hombres deben estudiar ingeniería y las mujeres deben educar, y eso está equivocado. Lo más importante es tener ‘pasta’ de profe, independiente del género. La vocación lo es todo”, comentó Nicolás.
POCOS REFERENTES
Una de las consecuencias que tiene la poca participación de hombres en carreras de educación es la falta de referentes masculinos para generar interés en los jóvenes que están en edad de ingresar a la universidad.
“Tradicionalmente, la educación ha sido vista como una carrera "feminizada", asociada a características que se atribuyen comúnmente a las mujeres, tales como la empatía, el cuidado y el servicio. Estos estereotipos llevan a muchos hombres a descartar la pedagogía básica como una opción profesional, ya que consideran que no corresponde con las expectativas de su rol de género”, comentó Valentina Gran, directora ejecutiva de Fundación por una Carrera, institución que trabaja distintos programas para reducir la brecha de género en la educación.
La experta señala, además, que uno de los factores relevantes en el poco interés masculino es la falta de referentes en la educación, tanto a nivel nacional como en sus experiencias personales.
“La ausencia de profesores hombres contribuye a que los jóvenes no vean la pedagogía como una opción viable, dado que los profesores son muchas veces los primeros orientadores vocacionales. Sin figuras masculinas en el aula, es más difícil que los hombres se interesen en estudiar pedagogía”, sentenció.
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