La ciudad de Calama registra una altitud de 2.260 metros por sobre el nivel del mar. En la década del ’80, cuando Cobreloa explotó como uno de los mejores equipos del país y del continente, subir a jugar al desierto era una odisea mayúscula.
Los equipos sucumbían en el Norte Grande. Regresar al llano con menos de tres goles en la canasta era, casi, un buen resultado. Cobreloa se convirtió en un gigante jugando en casa, al nivel que los sacaron de su estadio para las dos finales que disputó de Copa Libertadores. Ambas las perdió.
¿Cobreloa ganaba por efecto de la altura? No. Influía, era factor, condicionaba, pero lo más relevante era que el cuadro naranja formó un equipazo. Cobreloa era potente porque jugaban Wirth, Tabilo, Soto, los hermanos Gómez, Escobar, Alarcón, Jiménez, Merello, Olivera, Puebla, Siviero, Rubio. Después el cuadro loíno siguió ganando títulos locales. ¿Influía la altura? Seguramente. Pero más influían Cornejo, Miranda, Retamar, Figueroa, Galaz, Díaz, Fuentes, Tapia.
Chile quiere llevar a Argentina a jugar en Calama por la siguiente fecha eliminatoria. La planificación de la Roja piensa en Calama porque tras enfrentar a la albiceleste el 26 de enero se deberán trasladar a La Paz para medirse con Bolivia en un partido que Chile debe ganar si pretende pelear una clasificación al Mundial. La idea del cuerpo técnico siempre es preparar dicho duelo en Calama, aclimatarse a la altura y trasladarse a los 3.800 metros de la capital boliviana en la víspera del juego.
Pero seamos sinceros, llevar a Argentina a Calama es para incomodar al cuadro trasandino. Válido. Casi lógico.
¿Es garantía de triunfo trasladar el partido a Calama? En el fútbol no hay garantías, pero sí ciertas tendencias. Usando La Paz como parámetro, Argentina ha jugado once partidos eliminatorios, con un registro de cinco victorias bolivianas, dos empates y cuatro triunfos trasandinos. Claramente a la albiceleste le cuesta jugar en altura. Algunas de sus caídas incluyen goleadas estrepitosas como los seis goles encajados en la época en que Maradona era el técnico. Pero no ha ganado pocas veces. Terreno difícil, pero no inexpugnable.
Más allá de las condiciones del escenario elegido, de la ventaja válida que pueda significar llevar el partido al desierto, no hay que confundirse. Para vencer a Argentina hay que jugar bien, concentrados, contundentes, sin regalar expulsiones, con los mejores disponibles, atentos a los detalles, superando al rival. Como lo hacía ese Cobreloa que derrotaba a todos a 2.260 metros sobre el nivel del mar.