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“Al fundar este periódico, no perseguimos otros ideales que trabajar con incansable y ardoroso tesón por el adelanto moral, material e intelectual de la mujer obrera y también, por nuestros hermanos en sufrimientos, aquellos arrojados que tienen hambre de luz y de pan”. 

Estas palabras fueron consignadas en el primer número de “La Alborada” el 10 de septiembre de 1905, que junto a “La Palanca” (1908), fueron los primeros diarios escritos por mujeres chilenas trabajadoras de principios de siglo.

En “Oro Triste. Diarios feministas de obreras chilenas 1905 - 1908” (Neón Ediciones, 2024), la historiadora y activista María José Cumplido realiza un trabajo de lectura y compilación de algunas columnas que aparecen en ambos diarios, reflexionando con agudeza y una mirada actual, sobre las distintas temáticas que se exponen en estos textos.

Para ahondar en el contenido y creación de esta publicación, en Frecuencia Pública de Radio Usach, la periodista Daniela Figueroa entrevistó a su autora, quien comentó más detalles de las declaraciones de las obreras que hablaron de nuevas ideas sobre el género como una base para enfrentarse a la injusticia, el abuso y la precariedad propios de toda una época y que lamentablemente, perdura con algunos resabios hasta hoy.

¿Cómo se origina este libro? “Fui editora de Memoria Chilena, entonces estuve diez años en la Biblioteca Nacional y creo que ahí fue donde me nutrí de todas las fuentes que después se transformaron en libros. De hecho, estos periódicos feministas los encontré gracias a esta plataforma y están digitalizados, por si alguien los quiere descargar. Este fue un libro que tenía en la cabeza hace muchos años y la pandemia creo que me ayudó a ir avanzando en eso”, comentó Cumplido.

En cuanto a los principales ejes tratados en las columnas, la también escritora de  “Chilenas: la historia que construimos nosotras” (Sudamericana, 2017) comentó que su principal sorpresa venía de que el primer periódico declarado feminista es de obreras chilenas, planteando un feminismo más vivencial.

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“Esta publicación no es de intelectuales, universitarias ni santiaguinas, sino de obreras. Esto me constató que en este país no se enseña la historia con perspectiva de género, no sabemos nada de la historia del voto femenino, no sabemos nada de esas mujeres y creo que son impresionantes, porque ellas proponen un feminismo obrero que es desde la vivencia, donde dan lo mismo los libros y la teoría. Es un feminismo marxista desde lo vivencial, encarnado y sin ser revolucionario, porque confía mucho en el Estado y confía en que el Estado tiene que solucionar estas demandas que además están agrupadas y ordenadas. Eso me pareció fantástico”.

Para finalizar, la historiadora apuntó a que es necesario repensar el feminismo de hoy y la relación entre las mujeres y el trabajo, “porque finalmente el trabajo es el espacio donde ascienden, y a mí me parece importante que el feminismo vuelva a pensar la relación entre las mujeres y la economía. Tenemos que tener cuidado de no transformar el feminismo en una moda o en un producto de consumo”.