Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó que el 9% de la población mundial, cerca de 70 millones de personas, padece algún tipo de enfermedad mental relacionada con la comida. Si esa estadística la trasladamos a Chile, se estima que un millón de personas sufren algún desorden de la conducta alimentaria a lo largo de su vida. Se trata de cerca de un 6% de la población y, generalmente, comienza a ser afectada entre los 18 y 21 años.
Según explica María Ignacia Burr, psicóloga clínica del Centro de Nutrición y Enfermedades Metabólicas de Clínica Las Condes, de ellos, el 3% presentaría un trastorno por atracón, el 2% bulimia nerviosa y un 1% anorexia nerviosa. “Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) tienen una mortalidad mayor que cualquier otro trastorno mental”, indica.
De acuerdo a la especialista, aproximadamente el 50% de las personas con TCA presentan simultáneamente un trastorno depresivo. “Las personas que sufren de un desorden alimentario pueden morir de falla cardíaca, falla de otros órganos, malnutrición o suicidio”, advierte.
Para concientizar a la población sobre esta enfermedad, cada 30 de noviembre se conmemora en el mundo entero el “Día Internacional de Lucha contra los Trastornos Alimentarios”, fecha que busca sensibilizar sobre una problemática que va más allá de simples hábitos alimenticios. Los trastornos como la anorexia y la bulimia no son estilos de vida; son condiciones serias que deterioran la salud física y mental, llevando a consecuencias tan graves como enfermedades cardíacas y renales, o incluso la muerte. Afortunadamente, existen tratamientos efectivos que pueden ofrecer una nueva esperanza a quienes los padecen.
Camila del Solar, psicóloga de la Universidad Católica de Chile, asegura que cuando hablamos de TCA podemos ver que existen dos grandes grupos. “Los de la línea restrictiva y los de la línea del descontrol alimentario. En el primero, priman mecanismos obsesivos que favorecen la selectividad y restricción de alimentos y en el otro, la impulsividad impide ese control”, señala la especialista.
Pese a que el autocuidado alimentario es un factor muy importante para mantener una buena salud, esto puede transformarse en un trastorno de la línea restrictiva cuando la preocupación por la comida sana se vuelve extrema. En ese sentido, para la psicóloga una de las primeras señales a las que hay que estar alerta es cuando estas conductas obsesivas pasan a interferir en la vida cotidiana de las personas.
Un ejemplo de ello es el evitar actividades sociales por la necesidad de seguir un régimen alimentario estricto, o la incapacidad de hacer excepciones en la dieta que se propuso. “Si la persona comienza a evitar encuentros sociales o actividades habituales, es un indicativo que la situación puede estar fuera de control. También cuando se observa rigidez en sus planteamientos y no están abiertos a hacer excepciones. Esa rigidez en la alimentación y la incapacidad de hacer excepciones, puede ser un signo de que algo no anda bien”.
Por último, la especialista recomienda estar atentos a los cambios emocionales. “La restricción alimentaria extrema lleva a cuadros de desnutrición y con esto, automáticamente se empiezan a observar efectos emocionales como, por ejemplo, irritabilidad, alteraciones del ánimo y aumento de las mismas conductas obsesivas que generaron el trastorno”.
Datos oficiales aseguran que el 50% de quienes sufren de anorexia nerviosa desarrollan posteriormente una bulimia, mientras el 20% de las mujeres de ellas sufren de anorexia nerviosa morirán prematuramente por complicaciones relacionadas con su trastorno de alimentación, incluyendo el suicidio y problemas cardíacos.
Por eso, es importante:
Estar alerta y buscar ayuda cuando la baja de peso es significativa
Cuando hay conductas poco saludables para bajar de peso
Cuando existe un cambio en el ánimo de la persona, entre otros signos.
“Se debe recurrir a un equipo especializado en TCA, consultando a un psiquiatra o psicólogo idealmente, o a un nutriólogo que conozca de este problema”, aconseja.
LUCHANDO CON LAS REDES SOCIALES
En una sociedad en que los cánones de belleza impuestos por el mundo de la moda, los medios de comunicación y la publicidad son muchas veces inalcanzables, Camila del Solar señala que efectivamente las redes sociales pueden ser muy negativas, sobre todo para las y los adolescentes, que están en proceso de ir construyendo su identidad.
“Por supuesto que las redes sociales influyen negativamente en los trastornos de alimentación, ya que lo habitualmente vemos cuerpos extremadamente delgados que reciben toda la aprobación y refuerzo positivo en los comentarios, exaltando la idealización de figuras corporales muchas veces no reales. hay abuso de filtros o de Photoshop que influyen en la imagen de un cuerpo idealizado”, explica.
A esto se suma que las redes también son utilizadas, por ejemplo, para la divulgación de “dietas milagrosas” o para el mal uso de medicamentos. “Lo que es absolutamente riesgoso. Que alguien siga un tratamiento sin indicación médica, sin considerar antecedentes biológicos, psicológicos o mentales, los pone en riesgo. Se trata de indicaciones que deben ser recibidas estrictamente en un contexto médico”, afirma.
Leer también
Test de autotoma: La prueba para detectar el VPH que se puede hacer desde la...
Viernes 29 de noviembre de 2024
Intolerancia a la lactosa: ¿Por qué es cada vez más común entre las personas?
Jueves 28 de noviembre de 2024
Alza de casos de neumonía atípica: ¿Cómo afecta a los niños, niñas y jóvenes?
Martes 26 de noviembre de 2024