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Columna de Opinión

Especial IN-EDIT: Summer of soul, el increíble festival que nadie quiso recordar

Jorge Letelier F, comentarista de cine y cultura de Radio Usach.

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  • Diario Usach

  • Viernes 10 de diciembre de 2021 - 14:09

Pocos festivales de cine pueden decir que su sola existencia ha provocado un auge o han impulsado un tipo específico de producción cinematográfica. Que han estimulado una forma nueva de contar historias para la pantalla. Algo de eso ha ocurrido con IN-EDIT CHILE, que en 17 ediciones ha obrado ese pequeño milagro con los documentales de música: abrir un camino, crear un nicho, generar una vocación.

Hoy en el cine chileno, prácticamente se han documentado todos los géneros musicales y casi no hay artista consagrado que no tenga un filme dedicado a su obra.

La conjunción cine-música ha permitido momentos imborrables de la cultura de masas; hace pocas semanas el estreno de Get back en Disney+ mostró que una historia conocida puede ser contada de nuevo (de forma distinta) y provocar un hito. Hitos que hablan de política, sociedad, racismo, vanguardia, genialidad o fracaso. Qué mejor que la música para ilustrar el auge y caída de una estrella, o de las fisuras más profundas de una sociedad.

Precisamente, Summer of soul, uno de los títulos más llamativos de la recién inaugurada edición 17 de IN-EDIT CHILE, habla de esas historias improbables que salen a la luz en momentos inesperados. Rodada en 1969, apenas unas semanas antes de Woodstock, fue un gigantesco evento cultural realizado en Harlem, Nueva York, para unir a la comunidad afroamericana que estaba golpeada y huérfana luego del asesinato de Martin Luther King, el recrudecimiento de la violencia racial y el sinsentido de la guerra de Vietnam.

Fue, en ese sentido, tanto un evento catártico como un grito feroz de dignidad. A lo largo de seis fines de semana en el Mount Morris Park de Harlem, se reunieron más de 50.000 personas para ver a lo más selecto de la música negra de ese momento: Stevie Wonder, Nina Simone, B.B. King, David Ruffin, Gladys Knight, Sly & the Family Stone, y un largo etcétera. Siendo un evento masivo de gran magnitud, los medios poco se interesaron en el Harlem Cultural Festival, a quien denominaron -un poco despectivamente- como Black Woodstock.

El evento fue filmado por el productor independiente Hal Tulchin, quien rodó cerca de 50 horas de material, y trató infructuosamente de interesar a algún canal para editarlo y exhibirlo. La cercanía de los festivales de Woodstock y Altamont, con mayoría de artistas blancos, pusieron un manto de olvido al encuentro de Harlem, como un pie de página perdido en los recuentos de música popular de la década. Increíblemente pasaron 35 años en que el material estuvo guardado en una bodega, hasta que en 2004 el archivista e investigador Joe Russo trabajó conjuntamente con Tulchin para levantar los fondos para realizar un filme documental, de manera infructuosa. Recién entre 2019-2020 -con Tulchin ya fallecido-, el músico y productor Questlove (The Roots) lo editó y pudo estrenar la película en el Festival de Cine de Sundance.

La cinta es capaz de transmitir la increíble intensidad de los shows de estas estrellas de la música negra, intercalando breves apuntes de la temperatura social de esos años, y poniendo en perspectiva de la importancia del evento en una generación de jóvenes negros, pese a la invisibilidad mediática y el manto de olvido, que el propio filme ironiza en su subtítulo, tomado de un tema de Gil Scott-Heron: “La revolución no pudo ser televisada”.

Las imágenes de Summer of soul son limpias y está muy bien filmado como evento musical. En ese sentido, revela de mejor manera los momentos clímax de las performances en escena de los músicos, que el famoso filme sobre Woodstock. Mientras este último funcionaba como la energía crepuscular del hippismo y trasuntaba un país ya crispado por el trauma de Vietnam, en Summer of soul las imágenes reflejan una celebración por la unión y el sentido colectivo de una comunidad que en la música encuentra su pertenencia e identidad política.

Es en esa comunión entre músicos y público, que el documental encuentra su grandeza y su extraordinario valor histórico: una celebración a la vida y al sentido de identidad, que afortunadamente el director Questlove no ensucia con discursos ni énfasis innecesarios. En esos minutos históricos e inexplicablemente silenciados, la música popular encuentra un momento clave y un relato político que resuena hasta hoy. Un documental imperdible que seguramente entrará en la carrera por el Oscar a mejor documental 2021.

Función viernes 10 en Matucana 100 (21:00)

Info y entradas en www.inedit.cl

* El comentarista de cine y cultura de Radio Usach, Jorge Letelier, iniciará una serie de coberturas a los mejores filmes del Festival IN-EDIT CHILE 2021