El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) generó una amplia cobertura mediática, que mostró la evidencia científica respecto de los cambios en el clima de la Tierra en todas las regiones y en el sistema climático en su conjunto. En este informe se indica que los cambios observados en el clima no tienen precedentes no sólo en miles, sino en cientos de miles de años; y algunos de los que se están produciendo, como el aumento continuo del nivel del mar, no se podrán revertir hasta dentro de varios siglos o milenios.
La irreversibilidad de los cambios causó una gran alarma. Sin embargo, también se indica que “una reducción sustancial y sostenida de las emisiones de dióxido de carbono y de otros gases de efecto invernadero permitiría limitar el cambio climático. Aunque las mejoras en la calidad del aire serían rápidas, podrían pasar entre 20 y 30 años hasta que las temperaturas mundiales se estabilizasen”.
Por su parte, Chile se encuentra entre los 17 países más vulnerables a los efectos de la crisis climática, ya que cumple con siete de los nueve criterios establecidos en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Desde hace más de una década Chile sufre una gran sequía, la mayor en 60 años, que ha afectado principalmente a la zona central, debido a un déficit de lluvias prolongado. El alza en las temperaturas atmosféricas y disminución del agua caída, está generando déficit en la nieve acumulada en la cordillera, en los caudales de los ríos y en los embalses que nos aprovisionan agua para la época de estiaje.
Este escenario ha presionado a que el Gobierno, a través del Misterio de Obras Públicas, declare zonas de escasez hídrica con la finalidad de establecer criterios y delimitaciones para las autorizaciones de extracción de aguas. Con estos decretos se puede ver como el cambio climático no solo se hace presente en las regiones de Atacama, Coquimbo, Valparaíso y Metropolitana, sino también en regiones del sur como Los Lagos. Más aún, recientemente la Ministra de Agricultura ha declarado emergencia agrícola por el preocupante déficit hídrico en las regiones de Coquimbo, Valparaíso, O’Higgins y el Maule; anunciando la implementación de un fondo de emergencia para la sequía por un total de $8 mil millones, que serán complementados con recursos de los gobiernos regionales.
Para enfrentar los cambios irreversibles que indica el informe del IPCC es necesario generar adaptarnos a este nuevo escenario de relación con la naturaleza. Para ello es importante encontrar un nuevo punto de equilibrio de la gobernanza del agua, donde esté cuantificado el nivel de agua que tienen y necesitan los ecosistemas para su conservación; y las necesidades de su uso para las personas y el desarrollo socioeconómico. Esta unidad de gestión natural debería ser la cuenca hidrográfica, donde están ocurriendo en forma simultánea la vida y el desarrollo de diferentes comunas.
El gran problema de muchas regiones que están afectadas por el cambio climático es un desconocimiento de sus ecosistemas. Conocer la línea de base de recursos hídricos de los ecosistemas es vital para proyectar la disponibilidad de agua de éstos y construir las nuevas soluciones que darán sustentabilidad a las poblaciones y su desarrollo bajo cambio climático, entendiendo que la tarea no la tenemos hecha, pues la escasez hídrica ya está conviviendo entre nosotros.