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Columna de Opinión

Tiempo y la desigualdad de género e inequidad territorial

Leonardo Jofré Ríos, abogado y candidato a Magíster en Derecho Público; y Jorge Rosales-Salas, investigador del Centro de Economía y Políticas Sociales.

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  • Viernes 1 de octubre de 2021 - 10:07

Si hay algo que compartimos por igual en este mundo, es la cantidad de horas del día. Sin embargo, la forma en que asignamos y usamos esas 24 horas es muy diferente. El tipo de actividades que realizamos, su duración e intensidad pueden mejorar o comprometer nuestro bienestar.

Al igual que los ingresos, la riqueza u otros recursos, la disponibilidad, el uso y la asignación de tiempo pueden significar privilegio o privación. El interés en la asignación del tiempo no es nuevo y comenzó hace más de un siglo.

Este interés inicial rápidamente tomó forma al momento de considerar el tiempo empleado en la producción, evaluar cómo aumentar la productividad, y, lo que es más importante, comprender el impacto de las largas jornadas laborales en el equilibrio entre la vida laboral y personal de la clase trabajadora y sus familias.

Prontamente también -y hasta hoy- con necesaria perspectiva de género, en medida que las mujeres ingresaban cada vez más en la fuerza laboral remunerada en las fábricas y oficinas, y el concepto de trabajo doméstico y de cuidados como trabajo no remunerado comenzó a emerger de manera más prominente.

Hoy, el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 del PNUD exige reconocer y valorar el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado como un acelerador de la igualdad de género. La evidencia sugiere que las mujeres y las niñas realizan gran parte del trabajo no remunerado en la mayoría de las sociedades, lo que a menudo les deja menos tiempo para concentrarse en su bienestar, como la educación, las actividades generadoras de ingresos, el acceso a los servicios de salud o incluso el ocio.

Es probable que las mujeres y las niñas que enfrentan formas múltiples e interrelacionadas de desigualdad y discriminación estén en mayor desventaja en cuanto a cómo pueden asignar y usar su tiempo debido a responsabilidades y prioridades en competencia.

Desde una perspectiva política, esto apunta de manera más obvia a la necesidad de intervenciones hacia una distribución más justa de las tareas domésticas y relacionadas con el cuidado entre mujeres y hombres en las familias y sociedades.

La Declaración Política formulada en el vigésimo quinto aniversario de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de las Naciones Unidas pidió "reconocer y tomar medidas para reducir y redistribuir la parte desproporcionada de mujeres y niñas en el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado y promover el equilibrio entre la vida personal y laboral y la reparto equitativo de responsabilidades entre mujeres y hombres dentro del hogar".

De la misma manera, tiene que ver directamente con la democratización de la ciudad y la equidad territorial, donde los tiempos de traslado y el acceso a servicios e instituciones educativas y centros de
salud de calidad -como materializaciones del Derecho a la Educación y a la Salud- por comunas evitaría el desplazamiento hacia otras, lo que resulta fundamental.

Los datos sobre el uso del tiempo también pueden proporcionar información sobre cuestiones de política más allá de la igualdad de género y el trabajo no remunerado. Puede ayudarnos a comprender los patrones de salud y bienestar de mujeres, hombres, niñas y niños midiendo el tiempo que pueden dedicar al ejercicio, al descanso o al ocio.

Nos permite, también, representar una mirada desde un tema ineludible para la vida humana actual: la sustentabilidad y el cuidado del medioambiente. Por ejemplo, la exposición de las personas a la contaminación del aire en interiores y exteriores a través del tiempo que pasan cocinando, usando combustibles no limpios o desplazándose en entornos de tráfico urbano.

También nos deja ver la visibilidad de la contribución de mujeres y hombres al desarrollo sostenible a través de su compromiso y el tiempo dedicado a la gestión de los recursos naturales y los desechos.

El tiempo constituye el eje vertebrador de una estrategia que, partiendo de unos principios que son su fundamento y de unos objetivos que son los retos para alcanzar, desea significar y poner de relieve cómo incide este factor en la vida cotidiana de las personas, posicionándolo como un parámetro favorecedor de bienestar para la ciudadanía.

Así lo ha entendido, por ejemplo, el proyecto que busca reducir a 40 horas la jornada laboral, el cual
sin duda debiera tener un respaldo transversal en la sociedad y participantes de la representación política: hablamos de la democratización del tiempo en beneficio directo del individuo y las familias.

Es de esperar que se inspire a los sistemas estadísticos nacionales a hacer un mejor uso de sus datos existentes sobre el uso del tiempo para el análisis de políticas relevantes y lleve a cabo una mayor recopilación de datos sobre el uso del tiempo como parte integral de su programa de trabajo de estadísticas oficiales y sus ambiciones de desarrollo sostenible. Construir una región y país más justo es también generar políticas de tiempo.