El blazar, que está situado a unos mil millones de años luz, es el denominado Lacertae, y los cambios, que se observaron durante un fuerte estallido producido en 2020, tienen su origen asociado con un chorro de partículas de altas energías, según informó el Instituto español de Astrofísica de Canarias (IAC).
Para el estudio publicado en la revista Nature, se utilizaron datos de satélites espaciales combinados con observaciones realizadas desde infraestructuras terrestres. Entre ellas, los observatorios del Teide, en Tenerife, y del Roque de los Muchachos, en La Palma, en el archipiélago atlántico español.
Desde el IAC destacan que alrededor del 10% de los núcleos galácticos activos, tienen un par de chorros o jets que son despedidos al espacio interestelar a velocidades cercanas a la de la luz. Los blazares se observan cuando uno de los chorros apunta casi directamente hacia la Tierra, lo que hace que se vea mucho más brillante por efectos relativistas. Siendo un fenómeno similar a lo que ocurre con la luz de un faro.
Los jets producen una emisión de radiación electromagnética que cambia rápidamente con el tiempo y abarca desde las ondas de radio, hasta los rayos gamma.
Las variaciones que se generan suelen ser aleatorias, sin un patrón aparente, por lo que es necesario observar estas fuentes frecuentemente.
Desde hace más de 10 años, algunos equipos como la colaboración internacional Whole Earth Blazar Telescope, INAF/Osservatorio Astrofisico di Torino y el grupo de Astrofísica en la Universidad de Boston, monitorean con telescopios terrestres una muestra de blazares brillantes en rayos gamma, que también son observados por los satélites Agile y Fermi.
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