Si podemos concluir algo en esta conmemoración de los 50 años es que se han caído los velos y se han disipado las brumas. Sin disimulos, la derecha chilena se ha sacado las caretas y vuelve en pleno para reivindicar el terrorismo de estado como arma para imponer su proyecto político. El negacionismo es solo un capítulo de estos ejercicios retóricos y comunicacionales. “La tortura sexual no es mas que un mito urbano”; “no fue para tanto”; “no habría un Pinochet sin un Allende” y “el golpe era inevitable” son solo algunas expresiones de la infamia.
Es tiempo de dejar los eufemismos entonces, aquello de “golpe cívico-militar” o “civil militar” que tanto se escucha, no hace mas que eludir la realidad. No fue la civilidad ni la ciudadanía la que dio el golpe de la mano de las FFAA. No, fue la derecha, la misma que la actual, la que, apoyada por el gobierno de Estados Unidos y en colusión con generales anti constitucionalistas, movilizaron la maquinaria de terror del estado chileno contra un pueblo desarmado que apoyaba al único gobierno que habían sentido como suyo, el gobierno de Salvador Allende.
Así, esa maquinaria fue aplastando a quienes habían marchado por Allende, en las fábricas, en las calles, en el campo, en las poblaciones y centros de estudio. Así cayeron encima de Víctor Jara, odiado porque sus canciones movilizaban al pueblo y le daban sentido a sus luchas.
¿Que nos queda? No mucho dirán algunos. Todo digo yo. Seguir luchando por esos sueños que soñó un pueblo desde hace mucho más que 50 años. Y nos queda la fuerza que nos da la esperanza, encarnada hoy en la memoria de Víctor Jara.
Ahora quiero vivir
junto a mi hijo y mi hermano
la primavera que todos
vamos construyendo a diario.
No me asusta la amenaza,
patrones de la miseria,
la estrella de la esperanza continuará siendo nuestra.
Víctor Jara, “Vientos del Pueblo”. 1973.
Cristian Galaz, Director Ejecutivo Fundación Víctor Jara.