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Columna de Opinión

Sin goles no hay paraíso

Cristian Arcos, Periodista

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  • Viernes 23 de septiembre de 2022 - 18:22

Minuto 59. Arturo Vidal toma la pelota saliendo de área propia. Levanta la vista y la opción de pase es reducida. Busca con un pelotazo largo a Alexis Sánchez. El tocopillano traslada la pelota hacia la derecha, gambetea, esconde su decisión, levanta la vista y lanza un centro que es controlado de pecho por el propio Vidal, quien antes que caiga lanza un derechazo que devuelve el travesaño.

Esa llegada nacional protagonizada por Arturo Vidal y Alexis Sánchez sintetiza los últimos diez años y más del fútbol chileno. Y demuestra que el recambio no es un decreto, sino un proceso que no muestra demasiadas luces claras. Vidal y Sánchez siguen siendo los más relevantes de un equipo al que le sigue costando todo.

Si bien es cierto Eduardo Berizzo ya había debutado como DT de la Roja en la Copa Kirin, en ese instante no armó la nómina, no contaba con varios jugadores estelares y fue anunciado como entrenador a pocos días de los partidos. En esta pasada es diferente. Contaba con todos a disposición y tuvo algunos días de trabajo. Y las dudas persisten.

Chile no hace goles. No sólo no hace goles, genera pocas ocasiones de riesgo. El esquema elegido por Eduardo Berizzo requiere de un despliegue por banda que el equipo no tuvo, con exponentes como Delgado y Mehssatou que se vieron superados en la marca y tampoco se proyectaron demasiado. La línea de tres en el fondo se vio superada en el juego aéreo y en la segunda parte el partido les quedó lejos ante un rival más rápido, más técnico, más dinámico, más potente.

Y cuando hablamos de los nombres nuevos, ninguno le puso la tarea difícil al entrenador. Así es complejo avanzar a niveles distintos. En el proceso que mira al Mundial del 2026, quizás importe más consolidar un estilo y un rendimiento. Y la Roja ante Marruecos no mostró ni lo uno ni lo otro.

El horizonte se ve nublado. Porque si uno revisa entre los que no están convocados, no hay demasiados nombres que marquen una diferencia. ¿Mauricio Isla? ¿Claudio Bravo? Puede ser. Dos de la generación dorada. No podemos salir de ahí todavía.