Eduardo “Toto” Berizzo está a punto de convertirse en el nuevo entrenador de la selección chilena. En un medio donde los consensos son escasos, al menos existe una opinión positiva sobre la seriedad del trabajo del ex ayudante de Marceo Bielsa en La Roja, pese a que su último antecedente no es positivo: hizo una mala campaña con Paraguay aunque, para ser sinceros, mucha materia premia no tenía.
El primer contacto de Berizzo con Chile fue como asistente de Bielsa, en ese cuerpo técnico formidable que completaba el preparador físico Luis María Bonini. En el tridente el Toto jugaba un rol central. Era el único de los tres que poseía una larga trayectoria como futbolista. Supo destacar en Newells, River Plate, el Celta de España y la selección argentina.
Estaba encargado de dirigir a los sparring, los pichones, ese equipo de jóvenes que solía entrenar con el plantel titular y que los hacía sudar la gota gorda. Sólo mencionar que alguna vez fueron parte de los sparring jugadores como Eduardo Vargas, Charles Aránguiz, Felipe Gutiérrez, Alfonso Parot, Bryan Cortés, Sebastián Barrientos. Los jugadores, tanto los jóvenes como los experimentados, hablaban muy bien de Berizzo por su forma de trabajar, su manera de dirigirse a los futbolistas y sus consejos más allá del terreno de juego.
¿Berizzo es un bielsista? Desde la ética del trabajo, desde la seriedad del método, desde la búsqueda de recursos para protagonizar, sin duda. Fue su pupilo como jugador y su discípulo como entrenador. Pero en la cancha son distintos.
Las mejores versiones de los equipos del Toto, O’Higgins y el Celta de España, eran equipos que buscaban el arco contrario, pero con más equilibrio que el exhibido por Bielsa. A diferencia de su mentor, Berizzo no se ata a un sistema táctico determinado y es capaz de variar dependiendo los jugadores que tiene, pero también a la naturaleza del partido y a los rasgos del rival. También tiene algunas malas experiencias, como en Estudiantes o la selección paraguaya, pero con la albirroja fue capaz de derrotar a Chile en la última Copa América con un planteamiento pragmático en mayúsculas.
No es primera vez que el nombre de Eduardo Berizzo se cruza con la selección. Antes de Reinaldo Rueda, su candidatura adquiría fuerza en el directorio que presidía Arturo Salah, pero el timonel ya había adquirido un compromiso con el colombiano.
Lo que hay que tener claro es que un buen entrenador suele mejorar a los futbolistas, sacarles el mejor rendimiento, perseguir una idea, conseguir una identidad de juego, pero no es un mago. Ojalá tenga los intérpretes adecuados y que no encuentre fuego amigo dentro del mismo directorio que lo va a contratar o en el ilustre Consejo de Presidentes, ese monstruo grande que pisa fuerte.