¿Es acaso el cerebro más rápido que la velocidad del Internet? Eso es justamente lo que los investigadores del Instituto de Tecnología de California (Caltech) quisieron resolver al cuantificar uno de los procesos más intrigantes del universo conocido: la velocidad de nuestro propio pensamiento.
En el estudio examinaron la velocidad de mecanografiado de expertos que teclean textos en inglés. Según sus cálculos, esa actividad indica que, en condiciones controladas, nuestro cerebro maneja unos 10 bits de información por segundo.
En un contexto menos predecible, como escribir secuencias de caracteres aleatorios, el ritmo de tecleo cae drásticamente, reforzando la idea de que dependemos de la estructura interna del lenguaje para mantener cierta rapidez.
Otro caso es el de los videojuegos: se han medido tareas como jugar al Tetris o resolver cubos de Rubik con los ojos vendados (cerca de 12 bits/s), así como el desempeño de gamers profesionales en juegos de estrategia en tiempo real (aproximadamente 10 bits/s). Cada una de estas actividades, según datos compartidos por IFL Science y Science Alert a partir de la misma publicación, refuerza la conclusión de que la capacidad de procesamiento consciente se mantiene en un margen muy similar.
"Es una cifra extremadamente baja", señala Meister en un comunicado de Caltech. "Cada instante extraemos solo 10 bits del billón que captan nuestros sentidos y utilizamos esos 10 para percibir el mundo que nos rodea y tomar decisiones", agregó.
¿POR QUÉ ES MÁS LENTO?
Los investigadores sugieren una explicación evolutiva: simplemente no necesitábamos ir más rápido. "Nuestros antepasados han elegido un nicho ecológico en el que el mundo es lo suficientemente lento como para hacer posible la supervivencia", explican en su estudio.
De esta manera, se planteó que esa velocidad de procesamiento fue suficiente para mantenernos vivos y prósperos como especie; cuando lo importante es la supervivencia, con predecir dónde estará el depredador o la presa a continuación puede bastar.
En ese sentido, según los investigadores, nuestro cerebro posiblemente heredó su arquitectura de los sistemas nerviosos simples de organismos primitivos, que utilizaban el cerebro principalmente para navegar, acercarse a la comida y alejarse de los depredadores. "El pensamiento humano puede verse como una forma de navegación a través de un espacio de conceptos abstractos", escriben Meister y Zheng.