La tarde del 18 de octubre de 2019, cuando comenzaban los hechos que más tarde configurarían el estallido social, también se iniciaba una respuesta cultural, asociada a las añoradas reivindicaciones populares, que se expresaron en masivos encuentros callejeros y en una serie de acciones artísticas musicales, performáticas, pictóricas y de los más diversos tipos. Algunas de ellas fueron destacadas en libros, como “Se oía venir” editado por el periodista David Ponce, en documentales, como “El que baila pasa” del director Carlos Araya Díaz o “Más allá de las rimas” del editor Luis Alejandro Pérez; y en estudios socioculturales y fueron tema de conversación en muchos espacios de discusión.
En lo que respecta al cantar popular, fueron varios los artistas y agrupaciones que durante esos días se sintieron identificados con las demandas y se hicieron participes del sentir de la población a través de canciones. Ahí es donde apareció Mon Laferte (con su tema “Plata ta tá” junto al puertoriqueño Guaynaa), Alex Anwandter (con “Paco Vampiro”), Weichafe (con “Me verás arder”), Ases Falsos (con “Yo sí estoy en guerra”), Nano Stern (con “Regalé mis ojos”) y Noche de Brujas (con “Despertamos”). Y ellos son solo una pequeña muestra de los muchos más que dieron a conocer su parecer ante la crisis chilena.
A esos registros se suma una participación activa de músicos en las masivas marchas que se realizaron tanto en Santiago como en otras ciudades del país, varias de ellas bajo los sones del “Derecho de vivir en paz” de Víctor Jara. Todavía se recuerdan presentaciones de artistas como Inti Illimani, Nano Stern, Illapu y la aparición sorpresa que Los Bunkers hicieron arriba de un camión que se instaló en la llamada Plaza Dignidad para tocar ante miles de personas y en un tiempo en el que aún se encontraban separados.
Para el periodista David Ponce, la visión crítica de muchos artistas ante la estructura de la sociedad chilena existía desde antes de octubre de 2019 y así lo explica en conversación con Diario Usach: “la música jugó un papel importante en la revuelta social de 2019, pero yo creo que incluso desde décadas anteriores. Había una gran cantidad de grabaciones, de discos y canciones, que se hizo en el mismo año 1990, en el comienzo de la transición, hasta el 2019. Cualquier persona con el oído abierto y atento a lo que pasaba con o en una buena parte de la música chilena tenía señales interesantes de lo que podía pasar”.
El también autor del libro “Prueba de sonido” apunta a que el interés de los músicos chilenos por las demandas sociales “no partió con el 18 de octubre” y lo ejemplifica con la obra de artistas como Los Ex (con su álbum “Caída Libre” de 1996 o Los Fiscales Ad Hok (con su disco “Lindo momento frente al caos” de 2007) indicando que sirven de antecedentes musicales previos útiles para entender la mirada de artistas del mundo del rock ante las brechas sociales surgidas tras la instalación de la dictadura en 1973 y que siguieron existiendo tras el retorno de la democracia. Esa es una de las tesis que se explican en su libro “Se oía venir” publicado en 2019 y en donde se profundizó en varias de esas “situaciones de problemáticas sociales”.
Daniela Valdés, periodista del Departamento de Extensión de la Universidad de Santiago (Usach), y del sello Aula Records, destaca la “participación de artistas de distintos géneros, sin organización previa”. Indica que gracias a eso, muchos creadores “se alinearon con personas de distintas comunidades y con el sentir popular en ese instante”. “Creo que el estallido social, y lo que eso provocó a nivel cultural fue muy importante para dar a conocer las creaciones chilenas de distinto tipo”.
Con respecto al rol de esa casa de estudios superiores durante la revuelta, Valdés recuerda la realización del encuentro cultural “La Usach no está en guerra”, realizado en el frontis del recinto y que contó con la participación de la Orquesta Usach y Coro Sinfónico, el colectivo de bronces “Ensamble Mapocho”, Manuel García, Mauricio Castillo, Ismael Oddó (Quilapayún), Christian Gálvez y Pedro Foncea (De Kiruza), quienes juntos interpretaron las canciones “El Pueblo Unido” de Sergio Oterga y “El Derecho de vivir en paz” de Víctor Jara.
ARTISTAS EN EL ESTALLIDO
Desde la vereda del rock, Weichafe fue una de las agrupaciones chilenas que grabaron canciones inspiradas en la crisis social. En específico, ellos grabaron un tema llamado “Me verás arder” y Angelo Pierattini, vocalista de la banda que hoy está en receso, comenta a Diario Usach: “el estallido es algo que se venía venir. Era algo que estaba ahí. Yo vengo de clase trabajadora, entonces sé lo que significa una pensión baja, el acceso a la salud, lo que cuesta entrar a la universidad, no por temas intelectuales, sino que por el bolsillo. La revuelta me pilló en México y, desde lejos, fue súper potente la idea de que Chile estuviera manifestándose de esa manera”.
Tal como indica el cantante, por esos días la banda santiaguina se encontraba radicada en el DF, lo que le generó la necesidad de volver para vivir las manifestaciones “en vivo y en directo”. “Esa canción, ‘Me verás arder’ fue un reflejo absoluto de lo que estaba pasando en ese momento. Tuvimos la oportunidad de grabarla y todo resultó ser muy coincidente. Estaba inspirada en los estudiantes segundarios y empezó a tener sentido al ver la lucha que se estaba viviendo en las calles”.
Pierattini sostiene: “desde lejos, fue, súper potente. Un par de meses después puede viajar y ver la situación en vivo y en directo. Había un malestar genuino de una sociedad abusada. Y que no era en términos específicos ya que era más transversal, con demandas que cruzaban distintos rangos etarios y de diferentes sectores sociales”.
ÚNETE AL BAILE
“El Baile de los que sobran” fue una canción que Los Prisioneros incluyeron en su disco “Pateando Piedras” de 1986 y que para el 2019 ya había cumplido 33 años. Pese a eso, la vigencia en la temática de su letra (escrita por Jorge González), hizo que la canción se convirtiera en uno de los himnos en las manifestaciones de octubre.
Sobre eso, en conversación con Diario Usach, el exguitarrista del trío sanmiguelino, Claudio Narea, comenta: “Ese tema, y obviamente la música de nosotros, fue muy importante durante el estallido social. Se destacó por ser un himno que recordaba las desigualdades del país y de otras naciones también”.
Sin embargo, a cinco años de las manifestaciones masivas, y por realidad social actual, el guitarrista indica que, finalmente, “no fue tan fuerte ni la música ni la gente”. “Yo, a pesar de que estaba apoyando a la causa, también sentía que había una cosa que se estaba yendo por el lado de violencia a ‘pito de nada’. Al fondo que no podía ser un eterno estado de agresividad que luego se encausara. No había una claridad al respecto”.
¿LA MÚSICA GENERA CAMBIOS SOCIALES?
Durante la segunda parte del siglo XX, Chile se caracterizó por tener artistas con un fuerte contenido social. Ejemplos claros de eso son Violeta Parra, Víctor Jara, Patricio Manns y agrupaciones como Inti Illimani y Quilapayún solo por nombrar algunos.
Pensando en el estallido, ¿se puede afirmar que la música es un espacio llamado a generar cambios sociales? David Ponce sostiene que en este punto hay dos puntos a tener en cuenta: la misión o posible función que deberían tener las composiciones y, el segundo la oportunidad en que aparecen obras musicales en determinados contextos sociales. Sobre lo primero, dice que eso depende de cada artista y cita el trabajo de Víctor Jara sosteniendo que su obra sí tenía una misión de cambios sociales concretos. Y en ese espacio también incluye a los emblemas de la Nueva Canción Chilena (como las bandas ya nombradas) que de manera “consciente y, además, comprometida cumplió esa función de manera autodeterminada”.
El periodista sostiene que no toda música tiene que tener una misión, compromiso o una determinada postura política. “Me parece saludable que cada artista le de peso al sentido que tiene la obra en cuanto a la connotación social que pueda tener y también a la función que le quiera dar a la composición que esté realizando”.
En lo específico sobre el estallido, sostiene que “la música que ocurrió a partir del 18 de octubre de 2019 se acopló a ella, le puso sonido, letra, discurso, poesía y texto y, ese sentido me parece una buena mezcla de como el arte puede dialogar con los contextos sociales”.
Pierattini, por su parte, indica que “la música siempre va a ser, por un lado, una representación de diferentes realidades. Por ejemplo, el sonido urbano habla de las vivencias de los cabros en las poblaciones. Lo mismo pasa con el Canto Nuevo o La Nueva Canción Chilena, que eran una imagen de su época. El arte es eso, una representación de la vida y de hacer que las situaciones que son pesadas para la gente, no lo sean tanto. A la música no le podemos pedir cambiar el mundo. Eso queda completamente fuera del sentido del arte”.
En tanto, el guitarrista histórico de Los Prisioneros, Claudio Narea explica que “la música ayuda a los cambios sociales pero no los produce. Si provoca cambios personales. Yo voté apruebo y me habría atrevido a ver qué cosas pasaban si es que esa opción ganaba (en el Plebiscito Constitucional de 2022). Ahora, en el tema de la nueva Constitución habían cosas que eran un poco pasadas para la punta y en temas que no eran los más urgentes. Yo no sé si participaría en algo parecido. Quedé con la sensación de que no vale la pena”.