Pertenezco a una generación que creció viendo a Cobreloa como un equipo grande, gigante, no sólo a nivel local sino continental. Los partidos en la altura eran escalar una montaña insuperable para locales y extranjeros. Arriba, en Calama, un poco más cerca del cielo, el equipo naranja era un coloso. Pero no era sólo por los 2.800 metros de altura del mineral, sino porque durante décadas conformó equipos de ensueño.
Este viernes 7 de enero Cobreloa cumplió 45 años de existencia. Un cuadro que, literalmente, nació grande porque a los tres años daba su primera vuelta olímpica local y antes de cumplir un lustro ya era el equipo chileno con más finales de la Libertadores disputadas. Ambas perdidas, lamentablemente.
Un ejercicio rápido, sin ser demasiado exhaustivo, para nombrar grandes jugadores que pasaron por Cobreloa, resulta casi infinito. Oscar Wirth, Hugo Tabilo, Mocho Gómez, Mario Soto, Enzo Escobar, Armando Alarcón, el Chueco Merello, el Trapo Olivera, Jorge Luis Siviero, Hugo Rubio, Leonardo Canales, Mario Osbén, Nelson Tapia, Guillermo Yávar, Ladislao Mazurkiewickz, Luis Garisto, Fernando Cornejo, Marcelo Miranda, Héctor Puebla, Norberto Retamar, Papelucho Álvarez, Pindinga Muñoz, Marcelo Trobbiani, Fantasma Figueroa, Jaime Vera, Edgardo Fuentes, Pedro Jaque, Peraca Pérez, Adrián Czornomaz, Alejandro Glariá, Juan Covarrubias, Camión Vallejos, Pepe Díaz, Patricio Galaz, Alexis Sánchez, Lucas Barrios, Charles Aránguiz, Juan Carlos Letelier, Eduardo Vargas, Roly Núñez, Rodrigo Meléndez, Luis González, Darío Verón, Jaime Riveros, Pedro González, Vicente Cantatore, Jorge Toro, Miguel Hermosilla, José Sulantay, Nelson Acosta. Jugadores y técnicos, asumiendo el riesgo de decenas que queden afuera y que son parte de la historia grande de un equipo que fue grande y que hoy las malas administraciones lo convirtieron en una parodia de sí mismo.
Cobreloa no fue grande sólo porque jugaba en la altura ni por el aporte de Codelco, que ayudaba muchísimo sin duda. Fue grande porque contrataba grandes jugadores y porque formaba estupendos futbolistas. Fue cantera de una camada de notables nombres incluidos en el listado anterior. Fue grande porque pocos clubes han logrado una identificación con la zona que representaban como el cuadro loíno. Había un arraigo, un orgullo, un peso intangible. Ir a jugar a Calama era enfrentarse a un plantel y a una afición que te hacía sentir visitante. Muchos crecimos viendo como Colo Colo no ganó en el desierto por más de dos décadas. Y lo dicen los jugadores y entrenadores de antaño del Cacique, “sólo nos sentíamos visitantes en Calama”.
Es cierto, la interrupción del aporte de Codelco fue un golpe demoledor para el club, pero peor fueron las nefastas administraciones que terminaron con el equipo en la B y peleando por la permanencia. Pocas fechas antes del cierre, Cobreloa luchaba por no bajar a Segunda Profesional. Algo que su historia, su grandeza, sus hinchas, no merecen volver a vivir.
La frase no es mía, se la robé a un colega (Víctor Cruces). ¿Qué te hicieron, Cobreloa? Ojalá vuelvas a ser el equipo grande que nunca debiste dejar de ser. Muchos crecimos viendo como derribabas gigantes, muy cerca del cielo, donde parecías un invencible.
Ojalá vuelvas Cobreloa. Nos haría bien a todos.