Muchos organizamos nuestros recuerdos alrededor de las Copas del Mundo. Nuestro primer Mundial queda alojado en la memoria de manera perenne. Jamás se mueve de ese lugar privilegiado. La primera vez que vimos a Chile entonar el himno, enarbolar la bandera, paralizar las acciones, organizar el tiempo porque no nos podemos perder partido de la Roja. Los que somos más viejos recordamos esos tiempos en que aparecía un televisor en el colegio y el Mundial era una excusa fantástica para perder clases.
Estamos a un mes que comience una Copa extraña. Muy lejos, sin Chile, en un territorio donde el fútbol no es parte de la fiesta, donde existe recelo respecto a violaciones a derechos humanos, una tierra donde llueven los petrodólares pero la pelota se ve lejana. Un Mundial en noviembre, cuando siempre se juegan en mayo-junio, puede condicionar. Incluso puede ser mejor, pues habitualmente los jugadores llegaban extasiados tras rudas temporadas. Ahora será a mitad de campeonato, más cerca de una curva de rendimiento alta. Será distinto. Muy distinto.
Uno mira los equipos y es probable que los candidatos no sorprendan demasiado. Francia, Brasil, Argentina, Inglaterra, parecieran estar peldaños más arriba. Bélgica, España, Alemania, Portugal, Países Bajos, la potencia europea registra equipos extremadamente parejos, con intensidad llamativa y una técnica que ya no distingue latitudes.
Pertenezco a la generación que tiene a México 86 como el primer recuerdo. Quizás por eso admiramos a Maradona, pese a ser incorrecto e incorregible. Fue el primer héroe que vimos ganar un Mundial. Lo seguimos en Italia 90, con el overol o en el 94, cuando parecía encaminado a la cima y todo se derrumbó por el doping.
Tenemos a Francia 98 en un lugar de memoria predilecto, vimos a Chile por primera vez en un Mundial y eso ya lo hace diferente. El 2002, ese Mundial que pareció invisible, por los horarios de madrugada en que se jugaban los pleitos. O el regreso de Chile en Sudáfrica y Brasil, donde pensamos que el equipo estaba para más, pero vimos a la Roja ganar y eso era algo inédito en nuestra biografía. Y nunca lo olvidaremos.
A prepararse a este Mundial raro, extraño, lejos, sin Chile. Pero Mundial al fin y al cabo.