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La revolución de los muros: Cómo las pancartas inmortalizaron el estallido social

Luciana Echeverría capturó ese proceso en el libro “Hasta que valga la pena vivir”, en conjunto con Javier Rebolledo y Dauno Tótoro. La actriz señaló a Diario Usach que lo hizo debido a que "la cultura es todo lo que hacemos".

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  • Fabián Escobar

  • Lunes 14 de octubre de 2024 - 14:57

Viernes 25 de octubre de 2019. Santiago vive una nueva jornada de manifestaciones en lo que ya se denominada “El estallido social”. Los días previos han estado marcados por fuertes enfrentamientos entre carabineros y manifestantes, con importantes destrozos en inmobiliario público, por lo que el gobierno cuestiona la legitimidad del movimiento. Sin embargo, ese viernes la historia de las protestas dio un giro a lo ciudadano, a las familias, a los que protestaban sin capucha.

Se estima que esa tarde, al menos un millón de personas se dio cita en la Alameda (y otros cientos de miles los hicieron en regiones) para demostrar su descontento con la situación social del país. Los tópicos eran decenas: salud, educación, pensiones, infancia, equidad, feminismo, etc.

Una de las características de esa manifestación, además de lo masiva y pacífica, fue que cada uno de los manifestantes se las arregló para llegar al centro de Santiago con alguna pancarta que mostrara su descontento. Fue así como los carteles se fueron quedando en los muros de la capital mientras duraba el proceso de manifestaciones, como testigos de una revuelta ciudadana pocas veces vista en nuestro país.

A LA CALLE

La actriz Luciana Echeverría, en conjunto con Javier Rebolledo y Dauno Tótoro, publicaron “Hasta que valga la pena vivir”, libro que recopila una serie de imágenes de pancartas y rayados que se hicieron populares durante las manifestaciones sociales.

En cada una de las 62 páginas de la publicación se puede ver cómo se desarrolló la creatividad humana, incluso en los momentos más álgidos, donde la estabilidad política estaba en juego y la violación a los derechos humanos se volvía una tendencia peligrosa entre las fuerzas de opresión.

“Dentro del caos es donde el artista puede expresarse y por esa parte fue muy enriquecedor, porque el ser humano es sensible y necesitamos de la creación para poder conectarnos con el mundo, con las personas”, comenta la artista, quien recordó que en pleno movimiento social tomó su cámara para registrar lo que ocurría en las calles de Santiago, especialmente lo que se inmortalizaba en los muros.

“Fui con mi celular, que no tenía muy buena cámara, registrando de a poco todos los muros de Santiago que prontamente iban a ser borrados. Había que ir para plasmar lo que estaba pasando en ese momento, que era muy violento. ¿Cuántos ojos sacados? Se transformó como en algo muy triste para todos”, comentó la actriz.

Consultada sobre la creatividad en momentos de crisis, la artista asegura que le sorprendió como hombre y mujeres pudieron expresar su malestar con un toque cultural, incluso con humor, en instancias donde escaseaban las sonrisas.

“La creatividad es parte de nosotros, del ser humano, de nuestra expresión. Creo que eso es parte de lo que está dentro de todos los chilenos. Somos un país con muchos poetas, con mucho talento, entonces la cultura no es sólo los fondos de cultura, sino la cultura es todo lo que hacemos. Es una forma de poder expresarnos y es sano, entonces por eso quisimos registrarlo, y también como un acto de memoria. Es importante que no se olvide”, sentenció.

EL MUSEO

Escudos de latón, cartuchos de bombas lacrimógenas y coloridos telares con mensajes reivindicativos son algunos de los objetos custodiados en el museo del estallido, ubicado en La Florida y que busca "mantener vivas" las masivas protestas de 2019.

Cuando intuyó que la pandemia iba a sofocar la revuelta, Marcel Solá empezó a hacer acopio de infinidad de objetos junto a otros compañeros, incluido el famoso "Perro Matapacos", una escultura de un perro callejero negro, de 3 metros de altura.

"La lucha del quiltro (perro callejero en Chile) es la lucha del pueblo. El quiltro representa el abandono, la indiferencia y la discriminación", afirmó a EFE el curador del museo.

El "Museo del Estallido Social" abrió sus puertas en el primer aniversario de las revueltas en una casona en el patrimonial barrio de Bellavista, a escasos metros de Plaza Italia. Tras una subida del arriendo y de tantear la posibilidad de mudarse a Yungay, se instalaron este año en una casa cultural comunitaria en La Florida.

Solá describe la búsqueda de la nueva sede como una metáfora de lo que está pasando con el estallido: "Somos la resistencia, pese a todas las fuerzas que quieren apagarnos. Da pena decirlo, pero lamentablemente somos el último vestigio que queda de esa lucha".

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