Hace varios años que el nombre de la empresa sueca Boiden Mireal AB es reconocido, de manera negativa, en el norte grande de nuestro país. Y más específicamente, en la ciudad de Arica. ¿Las razones? Entre los años 1984 y 1985 esa compañía vertió cerca de 20 mil toneladas de residuos tóxicos en un sector de la mencionada localidad. Esto se hizo a través de un contrato con la firma local Promel Limitada y el desarrollo de dicha operación terminó generando grandes niveles de contaminación por altas concertaciones de arsénico, mercurio, cadmio y plomo, todos considerados metales pesados.
Como es de suponer, la operación dañó la ecología del lugar (lo que incluye la proliferación de olores nauseabundos) y, por años, ha provocado graves perjuicios en la salud de muchos habitantes del sector. Decenas de esas personas han sufrido alergias, dolores articulares, dificultades respiratorias, anemias, abortos, defectos de nacimiento, afectaciones óseas y cáncer, entre varias otras dolencias.
Es por eso, que en 1999, más de 900 afectados demandaron al Estado de Chile debido a esta situación. Con esto, la justicia ordenaró exámenes, pero luego se extravió evidencia clave y se les dijo a los vecinos que el problema, se debía en parte, a la desnutrición de los niños. Años más tarde, en el 2007, la Corte Suprema ordenó indemnizar a 350 personas por el “daño moral” en el que habría incurrido el Estado. Sin embargo, no se explicó el por qué se determinó esa cantidad de personas ni el criterio para seleccionar a los beneficiados. Fueron 8 millones de pesos por persona, un monto lejano para ser considerado una solución para las enfermedades que enfrentaban a buena parte de el cerro El Chuño y que dividió a toda una comunidad.
Ese mismo año, la ONG FIMA presentó una denuncia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y recién en octubre del año 2022 hubo una respuesta de parte del Gobierno allanándose a un proceso de “solución amistosa de controversias”, ante lo cual las y los demandantes presentaron un petitorio en octubre del año 2023.
A su vez, en 2012, Chile implementó la Ley 20.590 de polimetales que buscaba atención real para ese tipo de problemas, esto a través del servicio de médicos toxicólogos, dermatólogos y neurólogos especializados en intoxicaciones los que debían garantizar la atención de situaciones como las vividas en el norte.
Esa buena intención no dio frutos por la escasez de profesionales y la inexistencia de recintos especializados para la aplicación de tratamientos. Esto, a pesar de la apertura del Centro de Salud Ambiental, creado a raíz de la iniciativa legal, y que hasta el día de hoy realiza atenciones y tratamientos farmacológicos (a través del suministro de polivitamínicos, hierro, uso de quelantes y de los medicamentos que sean considerados por los médicos del recinto).
A su vez, en 2013, más de 700 ariqueños demandaron a la empresa Boiden en Suecia pero los resultados no fueron los esperados ya que el Tribunal de Apelación del Norte de Norrland desechó el caso argumentando la temporalidad de las afectaciones.
Al día de hoy, y tras el paso de los años, los vecinos del cerro El Chuño siguen sufriendo las problemáticas generadas por la contaminación por metales pesados. Es una situación presente y no se ven señales de que termine pronto.
LOS CASOS DEL CERRO EL CHUÑO
El cerro El Chuño se ubica en el sector nororiente de la ciudad de Arica. Se trata de una zona en las que se levantan cerca de 700 viviendas básicas las que colindan con sitios eriazos, todo en un terreno altamente contaminado. Y pese que ha habido intentos políticos por erradicar a la gente (por ejemplo, en el año 2009 el Consejo Directivo de la Comisión Nacional de Medio Ambiente (Conama se comprometió a demoler las casas, a raíz de la polución nociva para la salud), las construcciones siguen en pie y la gente permanece habitando esos terrenos.
Una de las habitantes del lugar es Elena Vallejos. Tiene 62 años y hace 36 llegó a vivir en el sector de los Industriales 4 del mencionado cerro. En conversación con Diario Usach, sostiene que en la ciudad no existe la infraestructura de salud para atender los problemas generados por la contaminación de metales pesados: “si usted quiere saber realmente cuánto plomo tiene en el cuerpo, tiene que ir a una clínica privada en Santiago. Por ejemplo, yo tengo 62 años y ¿sabe qué edad tienen mis huesos? Más de 90”.
La señora Vallejos indica que la mayoría de los hijos de los primeros habitantes del sector nacieron ahí “y casi todos están enfermos. Viven con dolores de huesos, de cabeza” señalado, además, que muchas personas ya han fallecido y que otros de sus vecinos “están súper delicados. Para la juventud, esta es una situación terrible”, señala.
Otro caso que ejemplifica el panorama que se vive en Arica es la que afecta a la familia de Claudio Fernández, la que llegó a vivir a la calle Capitán Ávalos del Cerro Chuño 1 con la información de que esos terrenos estaban libres de contaminación. Ahí nació su hijo Isaías, muchacho que hoy tiene 16. Cuando supo de la situación real, con el niño de solo seis meses de edad, decidieron “autodesterrarse” del sector para no sufrir consecuencias.
El niño creció alejado de los suelos contaminados, pero para prevenir los riesgos, se le realizaron exámenes de polimetales en 2009 (en un hospital de campaña que se instaló en el cerro y en el que solamente se midió de plomo y arsénico) y luego se los repitió en 2023. Fue en ese último en donde su sangre mostró altas concentraciones de cadmio y cromo.
Contactado por Diario Usach, Fernández señala que su hijo tiene problemas dermatológicos (que vienen y van), gastrointestinales y una inflamación en el hígado que incluye obstrucción en la vía biliar y que, actualmente, está en tratamiento.
Indica, a su vez, que la única esperanza que le queda es un tratamiento de Quelación que se realiza a través de 20 sesiones en la clínica Mzk Biomedical de Madrid durante un periodo de tres meses. Con eso se le pueden extraer los metales del cuerpo y paliar en daño. “Del Estado chileno no podemos esperar nada”, indica.
Para esto, se debe asumir un costo de 8 mil euros (para el tratamiento) y 5 mil euros más para poder pagar los pasajes y la estadía en España. Esos dineros se están reuniendo gracias a los esfuerzos personales de la familia y también con el apoyo de la Fundación Relaves. Si todo marcha bien, Isaías podría comenzar su terapía el día 10 de diciembre para ya, en marzo, comenzar su año escolar con normalidad.
METALES PESADOS EN EL CUERPO HUMANO: SINÓNIMO DE PROBLEMAS
Paola Salas, académica e investigadora del Departamento de Salud Pública, de la Universidad de Santiago (Usach) señala que un exceso de niveles de metales pesados en la sangre, por ejemplo, el arsénico, “se puede manifestar con cuadros gastrointestinales o neurológicos e incluso cáncer. En el caso de los niños, puede provocar algún tipo de déficit en su desarrollo (que se expresa con poca atención en sus clases). A su vez, podrían existir problemas en el ámbito físico (como retardo en el crecimiento).
Para la especista, lo relevante es “determinar si existen fuentes con altos niveles de arsénico, como en el agua, y que cuyo consumo pueda generar problemas a nivel masivo”.
Descartando la situación de Arica, Salas explica que las concentraciones de metales pesados en la sangre no son habituales en Chile y que existe una normativa a nivel del país para regular sus niveles que es controlada por la autoridad sanitaria.
En lo que respecta a la atención, la investigadora de la Usach indica que la mayoría de los especialistas para asistir a las personas afectadas por altas concentraciones de metales pesados en sus cuerpos se encuentran en Santiago, “En lugares como Antofagasta, Coquimbo o en el sur del país, hay pocos médicos especializados. Además, son escasos para la cantidad de población a la que tienen que atender”.
Para ella, “prevenir es el concepto clave. Si nosotros pensamos que puede existir una fuente contaminante, hay que evitarla hasta determinar si esa situación es así”.