Chile es el mejor ejemplo del éxito que un país puede alcanzar empleando sellos de advertencia que identifican los alimentos ultraprocesados, En el caso nuestro corresponden a aquellos productos con altos contenidos de azúcares añadidos, grasas saturadas o sodio; y, además, para todos esos alimentos con aditivos, su densidad calórica. Se incluyen entre ellos las bebidas gaseosas, jugos y bebidas azucarados, snacks dulces y salados, caramelos (dulces), panes industriales, tortas y galletas (bizcochos), cereales endulzados para el desayuno, productos cárnicos reconstituidos y platos preparados. Es el único país que ha prohibido sistemáticamente el marketing de alimentos ultraprocesados para niños y que incluyó la prohibición de personajes animados en envases de alimentos regulados. Ha instituido la política más progresiva de prohibir todos los alimentos y bebidas ultraprocesados y cualquier comercialización en las escuelas. (Popkin. B., P. 2020).
Sin embargo, los excelentes resultados preliminares no nos deben hacer olvidar el mayor desafío de Chile, es que el 74% de los adultos presenta sobrepeso y obesidad según los datos reportados de la Encuesta Nacional de Salud (ENS) 2016-2017. (MINSAL 2017).
Una preocupación importante ha sido el gran impacto de los alimentos y bebidas ultraprocesados en el aumento de peso y riesgo de obesidad, diabetes, hipertensión, dislipidemia y enfermedades cardiovasculares. (Popkin. B., et al. 2021).
Los productos ultraprocesados suelen contener pocos o ningún alimento entero. Son formulaciones industriales principalmente a base de sustancias derivadas de alimentos. Además de azúcares, aceites, grasas y sal, los productos ultraprocesados incluyen sustancias aditivas como los potenciadores del color, sabor y aroma, estos se emplean para imitar y aumentar cualidades sensoriales de los alimentos naturales u ocultar las cualidades no atractivas del producto. (OPS. 2019).
Se ha demostrado que limitar el consumo de alimentos ultraprocesados puede ser una estrategia eficaz para la prevención y el tratamiento de la obesidad. (Cediel G., et al 2021).
Si no se realizan cambios para el 2050, Chile necesitaría gastar el 9% de todo su presupuesto de salud en el tratamiento de la obesidad y el sobrepeso (OCDE, 2019). (ODEPA, 2021).
A modo de reflexión, las sólidas políticas integrales de Chile están vinculadas con cambios generales significativos en la compra de alimentos y en las normas de alimentación. La ciencia nos dice que las etiquetas frontales de advertencia tienen el impacto más inmediato en las compras de alimentos ultraprocesados. Además, este esfuerzo se puede ampliar fácilmente a las políticas de marketing, nutrición escolar y fiscal. (Popkin. B., P. 2020).
Debemos avanzar en promover en base a políticas de Estado. Estableciendo una colaboración intersectorial entre los Ministerios de Economía, Agricultura, Deporte, Salud, Educación, Desarrollo Social y Familiar, para realizar una Propuesta de Política Alimentaria para Chile, involucrando a participantes del ámbito público y privado, tales como agricultores, productores, comerciantes, minoristas y consumidores.
Considerar la viabilidad de utilizar los fondos generados a través de los impuestos aplicados a productos alimenticios ultraprocesados para subvencionar la adquisición de productos alimenticios saludables, como legumbres, frutas y verduras. A su vez aumentar el impuesto a los alimentos ultraprocesados.
Por otra parte, poner en marcha iniciativas de educación y sensibilización que aborden los impactos negativos de los alimentos ultraprocesados en la salud, con el objetivo de asegurar una salud integral y promover un mayor bienestar para la población.
Reformular la ejecución del Programa Vida Sana con el objetivo de integrar Atención Primaria de Salud con enfoque intersectorial.
Es necesario desarrollar y potenciar estrategias de marketing social, asociadas con las políticas del Gobierno y Ministerio de Salud, que promuevan campañas comunicacionales de alimentación saludable y fortalecimiento de la actividad física, con la finalidad de permitir entregar mensajes claros a la población.