Según datos de la ONU, el 70% de la superficie del planeta está cubierta por los océanos. Por lo mismo, alberga la mayor biodiversidad del mundo. Las cifras también indican que, desde sus aguas, proviene el 50% del oxígeno y, a la vez, es la fuente principal de proteínas para más de mil millones de personas.
Todo lo anterior, da cuenta de un sinfín de posibilidades para los océanos. Pero ¿qué pasa con el mar chileno? Ese panorama lo abordamos con Lucio Cañete Arratia, Ingeniero Civil en Geografía y académico de la Facultad Tecnológica.
Esta es su reflexión:
“Nuestro mar, aquella parte del territorio nacional donde la presencia de Chile según acuerdos internacionales se extiende por más de 17 millones de kilómetros cuadrados, ciertamente nos promete un futuro esplendor. En efecto, además de la explotación racional de los recursos pesqueros, transporte por medio de naves convencionales, captura de energía mareomotriz y uso turístico y deportivo entre otros beneficios; también ‘ese mar que tranquilo te baña’ ofrece formas de aprovechamiento algo diferentes a las tradicionales.
1. Una de ellas responde a la saturación de las vías terrestres y a la escasez de energía en la movilidad vehicular, donde la popular corriente de Humboldt que fluye regularmente a lo largo de gran parte de nuestras costas puede ser una alternativa sustentable para aprovecharla cual correa transportadora natural y así enviar desde el sur de Chile algunos bienes que en el norte son deficitarios. En términos simples, se trata de colocar grandes plataformas flotantes con su valioso contenido y mínimamente tripuladas en la corriente, para dejar ella las lleve hacia el norte. Este pionero medio de transporte presenta varios aspectos positivos tales como el uso de energía totalmente renovable, la no sobrecarga de los actuales caminos y ningún requerimiento de expropiación ni construcción de túneles o puentes para nuevas carreteras.
2. Esta misma corriente de Humboldt transporta abundante biomasa que puede ser capturada, procesada, almacenada y posteriormente despachada como combustible usando la propia energía mecánica de las aguas en movimiento. Esto se puede lograr gracias a artefactos automatizados que, anclados en el fondo marino y enfrentados a la corriente capturen la biomasa empujada y usando la misma motricidad del flujo, aporten el trabajo para que estos reactores sumergidos realicen el proceso de producción de biodiesel; quedando este bien a disposición de diversos usuarios, entre ellos la Armada, marina mercante y flotas pesqueras.
Foto: Alvaro Aguirre Boza, Decáno de la Facultad Tecnológica de la Usach.
3. Por otra parte, diversos estudios de la Climoterapia, ciencia dedicada al estudio de las bondades del clima en la salud, han demostrado que las aguas marinas mayoritariamente gélidas cargadas con plancton y oligoelementos como las chilenas, tienes efectos positivos en las personas cuando ellas se bañan en dichos medios. Reducción de enfermedades de la piel tal como la soriasis, alivio de patologías respiratorias como la sinusitis, recuperación de lesiones músculo- esqueléticas e incluso en la disminución del estrés son algunos de los beneficios. En este contexto, chilenos y chilenas no solo pueden experimentar mejoras en el estado de ánimo y en sus sistemas inmunes y cardiorespiratorios entre otros provechos, cuando ahora conocidas las bondades terapéuticas, se bañen en las aguas costeras.
4. Pero también hay espacio para la solidaridad. Puesto que la humanidad se enfrenta a un Calentamiento Global donde uno de sus efectos será el incremento del nivel de los océanos y el aumento de la agresividad de éstos, numerosos Estados emplazados en islas bajas del océano Pacífico corren el riesgo de perder parte de su superficie e incluso desaparecer. En efecto, muchos de estos pequeños países no sólo se caracterizan por su reducida altitud, sino además por su bajo PIB per capita, condición que los hace aún más vulnerables al ascenso y violencia del mar gatillados por los cambios climáticos que se aproximan. Ante tal escenario ciertamente probable a finales del presente siglo, Chile desde ya puede tomar ahora un protagonismo mundial en virtud a su condición oceánica e inserción en la comunidad internacional, ambas cualidades que frecuentemente declara. Así aprovechando además nuestro capital intelectual, podemos proponer a los gobiernos del Pacífico de las Small Island Developing States (SIDS) cierta tecnología para facilitar que estos pequeños países-islas amortigüen los efectos dañinos cuando el mar sea una amenaza”.
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