La mayoría de las personas que asisten al estadio van a ver el partido de su equipo.
La minoría no.
La mayoría alienta, de sol a sol, defiende sus colores, se alegra con los triunfos, se apena con las derrotas, supera la congoja de las caídas alentando todavía más.
La minoría no.
La mayoría es controlada exhaustivamente al ingresar al estadio, ya sea por los efectivos policiales como por la seguridad contratada por los clubes.
La minoría no.
La mayoría se aleja de los actos violentos, los repudia, los silba, los atemoriza, hasta cuestionan seguir yendo a la cancha.
La minoría no.
Entonces, ¿Por qué es la minoría la que manda? ¿Por qué se programan los horarios al compás de esa minoría? ¿Por qué a esa minoría nunca le falta tiempo ni recursos para ir a la cancha a alentarse ellos mismos? ¿Por qué nadie hace nada para detener las acciones violentas de esa minoría?
Porque a quienes mandan en el fútbol, no les interesa. Porque los directivos y dueños de clubes protegen, promueven, custodian a esa minoría. Porque ellos han avalado a este grupo y no a la mayoría, quienes son considerados meros clientes de una empresa cada vez mas ajena.
Podemos detenernos en el último incidente. O en el anterior. O el anterior. Podemos volver a escuchar los irritantes argumentos teñidos con el color de las respectivas camisetas para decir que el culpable es el otro, nunca yo. Volver a ser testigos de cómo la teoría del empate deja todo en el mismo sitio y el mismo lugar.
Podemos seguir en el pantano, en el espejismo de los recursos de no innovar o de protección que permiten que una sanción simplemente no se cumpla. Podemos seguir mirando cómo una votación se ve interrumpida y repentinamente se toma una decisión en contrario.
El estado del fútbol nacional roza lo terminal en todos los aspectos: deportivo, financiero, en seguridad, proyección, resultados en la cancha, industria. Ojalá que cuando realicen la autopsia no digan que nadie les advirtió. Sigan protegiendo los intereses de la minoría. Pero háganse responsable de crear interlocutores peligrosos que pueden escalar a otras esferas. ¿O no se acuerdan que fueron los dirigentes del fútbol quiénes crearon a Pancho Malo, hoy activista y operador político, que intenta trasladar las maniobras del barrabrava a la política?
Del fútbol no sólo hay que erradicar a esa minoría. También a quienes los han protegido hasta el hartazgo.