A pesar de ser considera como uno de los barrios más pobres y conflictivos de Chile, la comuna de La Pintana se ha convertido en un referente del reciclaje orgánico en un país que solo recicla el 0,8 % de los residuos que genera.
Varios camiones recorren cada mañana las calles de esta comuna de casi 200 mil habitantes en busca de sus desechos orgánicos, que han separado previamente en sus casas y que representan más del 50 % de toda la basura que se genera.
En vez de llevarlos a un basural, como ocurre en la mayor parte de Chile, los residuos se someten a procesos naturales como el compostaje y la lombricultura y terminan convertidos en abono de alta calidad.
Este, a su vez, se emplea en el vivero municipal, donde los vecinos que colaboran en el programa pueden abastecerse cuando quieran y embellecer sus jardines.
Un "círculo virtuoso" que está cambiando el rostro del municipio, que recicla cerca de 20 toneladas diarias de residuos y se ahorra unos 100 mil dólares al año que costaría llevarlos a los rellenos sanitarios.
"Si yo genero 100 toneladas, las tengo que recoger todas, pero si logro desviar esos residuos, automáticamente ahorro", explicó a EFE el director de la Dirección de Gestión Ambiental (DIGA) de La Pintana, Felipe Marchant.
"NO ES EXCUSA PARA NO RECICLAR"
A Aurora Castro, una trabajadora municipal, la conocen en La Pintana como la "madre de lombrices" porque hace 10 años revolucionó la DIGA: un vecino italiano le regaló medio kilo de lombrices rojas californianas.
"Antes trabajábamos con guano (excremento) de animales y no funcionaba mucho porque es medio ácido", reconoció a EFE.
Con "sacrificio, cariño y agradecimiento", Castro logró implementar la lombricultura en el municipio y mejorar la calidad del reciclaje.
"Yo quiero a las lombrices porque me sacaron adelante, alimentaron a mi familia", reconoció.
El programa, iniciado en 2005, ha sido reconocido por organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y ha sido visitado por ambientalistas como la finlandesa Leena Vuotovesi y Gobiernos como el de Canadá, que en 2022 donó cerca de 200.000 dólares para la construcción de "ecotrincheras" para acelerar el proceso de compostaje y reducir el efecto invernadero.
"La falta de recursos no puede ser una excusa para cuidar el medio ambiente y así lo han entendido los vecinos", indicó a EFE la alcaldesa, Claudia Pizarro, en el cargo desde 2016.
"COMPROMISO DE COMUNIDAD"
El compromiso vecinal es precisamente el pilar de este proyecto que coloca a La Pintana como una excepción en Chile, uno de los países que más basura genera en la región (cerca de 1,13 kilogramos diarios por persona) y que menos recicla.
"Esta es una comuna joven, aquí no existe una pertenencia al barrio y cualquier tipo de intervención desde lo público siempre se va a ver con distancia", admitió el director de la DIGA.
"¿Cómo contrarrestar esto y generar identidad? Siendo los mejores en algo, hacer que la gente se sienta orgullosa", agregó.
Los vegetales no es lo único que se recicla en este municipio santiaguino: los restos de poda, por ejemplo, se usan para construir mobiliario urbano y con las telas viejas se hacen talleres de costura.
Recientemente, además, se ha puesto en marcha una iniciativa para convertir en conservas los vegetales que se descartan en las ferias al aire libre.
Se estima que a nivel global un tercio de los alimentos para consumo humano se desperdician, lo que genera un gran impacto medioambiental, ya que producen metano, gas de efecto invernadero responsable de la crisis climática.
"La Pintana tiene compromiso de comunidad", aseguró con orgullo la alcaldesa.
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