Recordar los naufragios de un clan, inventarles un destino a dos hermanos, que quizás fueron tres. No importa, lo que siempre sobrevive aquí es la necesidad de contar historias que emergen del tañido de las profundidades de las aguas en que se levanta una isla que no aparece en el mapa. “El año en que hablamos con el mar” la nueva novela de Andrés Montero, es memoria, relato colectivo y la siempre presente oralidad del joven y prolífero autor.
El ganador del Premio Municipal de Santiago habló en el programa Frecuencia Pública sobre cómo su acervo cultural, familiar y geográfico, ha atravesado su obra literaria con un entrañable imaginario local: “Tengo una fuente oral que viene especialmente de mi papá que me contaba historias que le contaba su papá, o sea que hay una tradición ahí. Entonces, ahí se crea un mundo y esas historias eran del campo porque mi abuelo era de ahí y trabajaba en ferrocarriles. Ahí tengo un mundo que tiene que ver con los chilenos al final, porque eran las cosas que le pasaban, los personajes que se le aparecían, que le daban mucha risa a mí abuelo y por eso lo fue contando”
Montero, haciendo gala al dicho de que lo que se hereda no se hurta, comentó: “Luego, yo mismo he ido viajando mucho por Chile, porque yo me dedico a contar historias, a recopilar también y porque me gusta. Entonces, se fue creando en mí un mundo propio”.
Sobre las leyendas que atraviesan su narrativa, el escritor confesó cuanto de estas historias que pasan de generación en generación ayudan a conocerse como parte de un pueblo: “Me parece impactante la importancia de los mitos, de poder hablarlos porque es como que uno tiene de dónde agarrarse cuando le pasa algo”
“Los mitos siempre están ahí para decirnos esas cosas, bueno, ya lo vio Freud, pero también en los mitos chilenos o los de esta tierra, los mitos de los pueblos indígenas, siempre están ahí diciéndonos cosas. Y por eso a mí me parece importante ir a visitarlos, no dejarlos atrás” señaló el autor de “El año en que hablamos con el mar”.
Consultado por el tono subyacente de la historia, donde las señales sutiles son más elocuentes que lo dicho, Montero explicó: “Ya lo intente en La muerte viene estilando y ahora lo profundicé un poco más; no solo con escribir un libro con palabras, sino sobre todo con los silencios, con lo que no está dicho, con lo que se puede suponer, sospechar, porque es una forma muy chilena de comunicarnos (...) Todo el libro está lleno de capitas medias subterráneas que no están a la vista y que tienen que ver con los silencios, con lo que no decimos, con lo que callamos, con lo que guardamos”.
La nueva obra de Montero fue publicada por La Pollera Ediciones al igual que Tony Ninguno (X Premio Iberoamericano de novela Elena Poniatowska (2017) y el más reciente libro de cuentos La Muerte Viene Estilando.
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