Conversando hace unos días con una ginecóloga me declara que le “carga” la paridad de género. Y su razonamiento es por qué tenemos la obligación de cumplir con ello si, por ejemplo, la mujer que completa una lista paritaria es “tonta” y le quita esa opción a un hombre capaz. Y luego reforzó su idea con que lo ideal es que las personas sean elegidas por sus capacidades. Y ella, por supuesto, se sentía ejemplo de aquello, pues ha hecho una buena carrera siendo mujer.
Entonces, decidí invertir el orden de las cosas: ¿y qué pasa si, por el otro lado, los hombres elegidos son “tontos”? ¿Por qué las mujeres enfrentan esa duda y los hombres no?
Para quienes nos hemos sumergido en temas de género, sabemos que la presencia de mujeres en distintas labores públicas en el mundo es desigual y por razones estructurales. Es decir, no porque no haya mujeres capaces, sino que nuestro acceso a la vida pública ha sido un largo, batallado e histórico proceso, pues simplemente no estábamos consideradas para la vida fuera del ámbito doméstico.
Ese largo y batallado proceso significó cosas que hoy nos parecen tan básicas como acceso a la educación, a votar, a trabajar fuera de casa, a usar pantalones y tanto más. La primera mujer médica y Chile y Latinoamérica, Eloísa Díaz, para estudiar en la universidad debía ir con su mamá a clases y eso fue hace poco más de 100 años. Es decir, para alcanzar la igualdad el camino ha sido largo y ha necesitado a numerosas mujeres precursoras que tuvieron que demostrar que el género no es un motivo para la exclusión y la subordinación (ni otras formas de violencia).
Está demostrado que los cambios hacia una mayor igualdad no han ocurrido por “la buena onda”. Han sido decisiones forzadas por las propias mujeres organizadas, quienes han exigido estos cambios (no sin costo). Hoy sabemos que sin acciones afirmativas, como las cuotas de género o la paridad, probablemente la mirada de las mujeres seguiría excluida o mínimamente representada, pese a que somos la mitad del mundo (en Chile, el 51% de acuerdo al Censo 2017).
Miremos nada más el resultado de la última elección municipal. Sin ninguna obligación mediante y con todo lo que en 2024 ya sabemos sobre esta falta de igualdad, las mujeres quedaron bastante fuera. De las 18.036 candidaturas en todo Chile, un 38% corresponden a candidatas y un 62% a candidatos. El resultado post votación es que ninguna gobernación será dirigida por una mujer, y las alcaldesas elegidas representan al 16% del total de municipios. Hay regiones como Arica y Ñuble donde no hay ninguna alcaldesa en ejercicio.
Y si alguien necesita más números, puede mirar en www.estadisticasdegenero.cl y verá un amplio espectro de situaciones en que hay brechas claras entre hombres y mujeres en Chile (ingresos, educación, trabajo, entre otras).
¿Son todas tontas las que no alcanzan a acceder a lo que los hombres sí y ellos son todos brillantes? Invito a darle una vuelta más a estas declaraciones que, quiero pensar en positivo, son resabios de una vieja cultura más que un real desprecio a las mujeres.