Cultura

Lo de ayer fue tanto una segunda patita para las personas que vieron el show de hace seis meses, como también una segunda fecha para quienes se perdieron esa tercera visita de Nathy Peluso a Chile en mayo. Ahí era en el Caupolicán, y como le fue bien se sumó esta en el Movistar Arena, su cuarta vez en Chile. Y sus dos primeras fueron en el Club Subterráneo, donde caben menos de 500 personas.

Así de explosivo ha sido el crecimiento de una cantante, bailarina, animadora, de todo un poco, que ahora tiraron a los leones con un recinto 30 veces más grande que el que la recibió por primera vez acá hace cinco años. Octubre, 2017, cuando la entrada más cara estaba a $12 mil, en cambio ahora a $80 mil y algo. Bueno, y no se llenó. Con reajuste del IPC quedaba en $15 mil.

Ya, pero “ellos se lo pierden”, dirá quien pagó su entrada. “Ellas se la pierden”. “Quienes no fueron se lo pierden”. Porque el show de Natalia Peluso, como bien sabrán los que la vieron ayer y en mayo de este año, es de una locura ensordecedora. Literalmente, ojo. Y está súper bien que así sea. La mujer sale al escenario y es diosa de todo lo que miran sus ojos. Controla hasta el último poro de su cuerpo, y cada vez que decide mover algo suyo el recinto entero casi que se derrumba. Es la Beyoncé latinoamericana.

El show partió con casi 30 minutos de retraso, eso sí. Y la voz de la argentina se perdía un poco en la mezcla de una banda en vivo que, bravo, ayudaba mucho en la presentación de un repertorio con un registro muy amplio: desde ritmos tropicales, pasando por el pop y el soul, hasta el trap y el rap, que son los fuertes de Peluso.

A ratos es teatro, generalmente es fiesta, otras veces está en un gimnasio saltando la cuerda. Todo esto pasa en el escenario. A Nathy la domina un espíritu del espectáculo que no la suelta. Y parece que de repente se acuerda de que está en medio de un concierto y se pone a cantar un poco para su público que está en un absoluto éxtasis. Aúllan. Quizá porque están viendo uno de los mejores shows del 2022.