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Los habituales ataques de jaurías de perros mantienen hoy a la fauna nativa como uno de los principales blancos de grupos de canes que deambulan por distintas zonas del país, algo que también afecta a las personas.

Según El Mercurio, desde la Seremi de Salud de Antofagasta, por ejemplo, se informó que el año pasado 3.387 personas sufrieron mordeduras de perros en esa región, promediando 9,2 por día. “La responsabilidad de los ataques recae en los dueños de los canes. En cuanto accidentes en la vía pública provocados por animales si dueños, corresponde a las respectivas municipalidades, de acuerdo con la normativa vigente”, planteó la seremi de Salud, Jessica Bravo.

De acuerdo con datos del Servicio Médico Legal (SML), entre 2018 y 2024 se han realizado 24 autopsias a fallecidos por mordeduras o ataques de perros. El mayor número (9) lo registra la Región de Valparaíso, seguida de la Metropolitana (6).

El mismo informe del SML, consigna El Mercurio, detalla el tramo etario con la mayor cantidad de fallecidos por esta causa y corresponde a adultos mayores de 65 años y más (7 casos), seguido del tramo de 19 a 29 años (5) y los de 30 a 44 (5).

Eduardo Yanjari, miembro de la directiva de la Cámara de Comercio y Turismo de San Pedro de Atacama, lugar donde en octubre pasado falleció por esta causa Daniela Gamboa (27), junto con lamentar la muerte de la guía turística, reconoce que estos episodios impactan en la imagen de ese destino turístico.

A inicios de año, una residente brasileña con su visa de turista vencida, sufrió mordeduras de gravedad tras otro ataque de los canes, informaron desde el municipio. “Esa noticia apareció incluso en Brasil y en otros lugares del mundo, porque los perros mordieron a una chica brasileña. Esto también ha generado un tema interno, porque la gente andaba asustada cuando veía perros. Hay gente que también tiene muchos perros de forma irresponsable, y no los cuida ni alimenta”, dijo Yanjari.

En el ámbito rural, agrega El Mercurio, el permanente ataque de perros a la fauna silvestre volvió a quedar en evidencia hace poco más de una semana con la muerte de dos pudúes que permanecían en un centro de rehabilitación de fauna nativa en Ancud, Isla Grande de Chiloé. “Nos encontramos en una situación crítica, hemos denunciado hasta el cansancio, y este terrible suceso que nos afecta nos lleva al límite”, advirtió la ONG Chiloé Silvestre, a cargo del recinto, luego del ataque.