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Es un término que se ha socializado cada vez más. Se le llama "higiene del sueño" a una serie de prácticas y hábitos que promueven un dormir saludable y de calidad. Es considerado por expertos como una parte fundamental para mantener una buena salud física y mental, ya que el sueño adecuado desempeña un papel protagónico en la recuperación integral, así como en el mantenimiento de un estado de alerta durante el día. 

Sin embargo, el buen dormir se torna un tanto complejo en esta época del año, especialmente por el alza de las temperaturas durante la noche. El calor puede dificultar la conciliación del sueño y afectar la calidad del mismo, ya que un ambiente demasiado cálido puede resultar incómodo e impedir la relajación necesaria para dormir. 

Además, el cuerpo tiende a regular la temperatura interna durante el sueño, y un entorno demasiado cálido puede interferir con este proceso natural, provocando interrupciones en el ciclo. La sudoración excesiva también es común en ambientes calurosos, lo que puede causar incomodidad adicional.

 Sueño reparador en verano

 Recordemos que el fenómeno de El Niño, sumado al calentamiento global, ha provocado olas de calor y temperaturas extremas en el planeta. Sin ir más lejos, durante junio de este año los termómetros en el Valle de la Muerte, en Estados Unidos, batieron los récords de máximas temperaturas registradas, llegando a los 54ºC.

 En nuestro país, en tanto, se pronostica que este verano sea el más caluroso de la historia.  Expertos nacionales coinciden en que la temporada estival 2023-2024 debiera ser una de las más calurosas en cuanto a temperaturas máximas extremas en ciudades como Santiago, Talca, Chillán y Los Ángeles.

 Se pronostican temperaturas máximas por sobre lo normal, superando incluso los 43ºC en la zona centro-sur del país, cifra que superaría el récord registrado en sectores poblados. ¿Cómo mantener la higiene del sueño bajo estas condiciones? 

Existen determinadas técnicas y procedimientos para conservar la higiene del sueño y lograr descansar adecuadamente en condiciones de altas temperaturas, partiendo por mantener la habitación fresca y bien ventilada. La utilización de ventiladores, aires acondicionados o ventanas abiertas puede favorecer la circulación de aire.

 En cuanto a la ropa de cama y los implementos, se recomienda optar por artículos y pijamas livianos, transpirables, preferiblemente de algodón, para facilitar la disipación del calor corporal. Siempre es una buena opción las sábanas nina herrera, que permiten una mayor frescura a la hora de dormir. Incluso, en zonas de calor extremo, se recomienda refrigerar las fundas de las almohadas para obtener un toque adicional de frescura.

 Sobre esto, el uso de un soporte adecuado para la cabeza, resulta clave para lograr un buen dormir. Las almohadas viscoelásticas están hechas de un material espumoso que se adapta a la forma del cuerpo y acumulan menos calor que una tradicional de plumas.

 Cuando las temperaturas máximas se tornan más intensas, especialmente durante los meses de enero y febrero, las duchas antes de acostarse pueden ser una gran opción.  Tomar una ducha de agua tibia antes de ir a la cama puede ayudar a reducir la temperatura corporal, lo que facilita conciliar el sueño.

 Dormir bien, mejor rendimiento

 Dormir bien está intrínsecamente vinculado con un mejor rendimiento debido a la función esencial del sueño en la consolidación de la memoria y la optimización de las funciones cognitivas. Durante las fases de sueño profundo y movimientos oculares rápidos (REM), el cerebro lleva a cabo procesos fundamentales para la organización y almacenamiento de la información aprendida durante el día, fortaleciendo conexiones neuronales clave.

 Matthew P. Walker, reconocido neurocientífico y autor de "Why We Sleep: Unlocking the Power of Sleep and Dreams", destaca la conexión crucial entre el buen dormir y una mejor productividad en diversos ámbitos. En su obra, Walker subraya cómo el sueño profundo y reparador impacta directamente en la consolidación de la memoria y el aprendizaje, procesos fundamentales para un rendimiento cognitivo eficiente. 

Walker también aborda cómo la falta de sueño, en contraste, puede resultar perjudicial para la productividad, afectando negativamente la atención, la memoria de trabajo y la capacidad para resolver problemas. Además, destaca cómo la privación crónica de sueño se asocia con un mayor riesgo de errores y accidentes, subrayando así la importancia de priorizar el sueño para mejorar la productividad y la calidad del trabajo.