La ira o la apatía suelen ser sentimientos asociados de manera negativa por la sociedad. Al hablar de estas emociones se piensa en descontrol, rabia, cansancio o falta de motivación. Pero incluso en ellas, hay un valor que puede ser utilizado a favor en la humanidad.
La filósofa eslovena, Renata Salecl, abordó en el Congreso Futuro, que se desarrolla en Ceina, la importancia de reconocer una diversidad emocional y cómo eso se puede entrelazar en un mundo que está en constante búsqueda de equilibrio.
En su charla, la socióloga, teórica jurídica e investigadora en el Instituto de Criminología de la Facultad de Derecho de la Universidad de Ljubljana, profundizó sobre la apatía y su relación con la política.
“Existen diversos debates sobre la apatía, uno de ellos se centraba en que ese sentir en la sociedad es buena porque evita el fanatismo. Si hay mucha gente que se siente demasiado apasionada con la política, vamos a tener muchos conflictos”, afirmó la profesora en el Birkbeck College de la Universidad de Londres.
Agregó que “también existía otro debate en cuanto a qué significa que a la gente le guste mucho votar o que acude más a sugragar. En 1933, cuando los nazis llegaron al poder en Alemania, el 88% de las personas acudieron a las urnas. Esto generó que en el siglo anterior un grupo de personas sostuviera que la sociedad tenía que ser liderada por una elite iluminada, que las opiniones de la gente no fueran objeto de confianza y que los ciudadanos no deberían estar tan involucrados en la política”.
Renata Salecl, filósofa y socióloga eslovena, comienza su charla “El valor de las emociones negativas”.
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La destacada expositora estará este viernes en la Cumbre de Filósof@s para reflexionar sobre ¿Qué humanidad queremos ser?
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La apatía no solo se puede percibir en estos ejemplos políticos, ya que también se puede percibir en el día a día, en ese agotamiento mental y físico que muchos llaman “Burn out” o síndrome de desgaste profesional.
Para la filósofa Renata Salecl este cansancio genera un tipo de sensación apática llamada quiet quitting o renuncia silenciosa, donde el empleado se limita a hacer exclusivamente las tareas que se especifican en su contrato en el número de horas establecidas, nada más.
Pero la apatía también puede generar nuevos estilos de vida, sobre todo en los más jóvenes. Un caso que pone de ejemplo la experta es lo que ocurre en China, donde existe el “bai lan”. “La traducción es que dejemos que se pudra. Básicamente es dejemos todo de lado, renunciemos a todo y tratemos de sobrevivir en nuestras vidas. Eso se suma a lo que ocurre en Estados Unidos, donde se mostró que alrededor del 50% de los trabajadores apoyaban esta idea de la renuncia silenciosa”, acotó la socióloga.
Sobre a qué se puede deber este comportamiento, la filósofa planteó que “los profesionales ya han sentido por algún tiempo que no se les respeta en el lugar de trabajo, que son reemplazables y que no se les paga lo suficiente, donde las ganancias básicamente quedan en las manos de una minoría de los accionistas. Algunos psicoanalistas norteamericanos han analizado la actitud de las personas al respecto y han observado un aumento entre los adolescentes sobre distintas fantasías sobre cómo despegarse de este mundo con el que vivimos. Algunos adolescentes tienen la fantasía de irse a vivir al campo (6:27) con un perro y vivir una vida súper sencilla, por ejemplo”.
Un punto importante en esta apatía es que muchos jóvenes ven en sus padres una vida llena de cosas materiales, pero a un costo muy alto, con constante agotamiento. “La psicoanalista Jamieson Webster notó que algunos adolescentes norteamericanos se están oponiendo a la ideología que les presentan sus propios padres. Los papás les dicen que tienen que trabajar intensamente para ir a los mejores colegios, a las mejores universidades, tener el mejor trabajo y una excelente vida, pero luego los adolescentes ven a sus padres, que tienen excelentes vidas, trabajos, educación, pero todos los días cuando vuelven a la casa se sienten miserables y se quejan sobre sus vidas y sus trabajos. Entonces, ¿por qué van a querer repetir este tipo de miseria?”, relató Renata Salecl.
LA IRA COMO CANALIZADOR
Justamente esta apatía puede llevar a generar otro sentimiento: la ira. “La apatía puede despertar muchas veces una polarización, donde se pueden llegar a identificar fuertemente en un grupo y generar enojo hacia otro”, contó la filósofa.
Agregó que “hubo una investigación muy interesante que hicieron algunos científicos políticos americanos y daneses que analizaron 6.000 personas que compartían en Twitter de manera apasionada. Notaron que la mayoría de los usuarios no creían en lo que estaban compartiendo, pero sí les gustaba ver que le generaba una satisfacción emocional a la persona que lo veía. Cuando uno provoca la ira de alguien con la reacción de esa persona o grupo de personas, de hecho, recibimos reconocimiento que a veces deseamos cuando nos sentimos ignorados”.
La socióloga y teórica jurídica agregó que “para algunos, esos sentimientos de ira vinculados a fantasías y distracción pueden traer temporalmente un sentimiento de fortaleza. Mucha gente hoy en día apoya líderes totalitarios o populistas porque creen que están trayendo un cambio radical a la sociedad para traer algo nuevo y mejor que surgirá”.
La experta planteó que la ira puede ser un sentimiento complejo, pero que si es bien direccionado se puede llegar a lograr algo positivo y significativo. “A veces la ira puede llevar a la agresión, a la violencia, pero no necesariamente lo hace. Si la ira, la rabia es reflejado de alguna manera, es colocado en palabras, articulada, si tomamos un poquito de distancia de nuestra ira o rabia podemos hacer algo productivo de ello”, acotó Salecl.
La especialista agregó que “un psicoanalista británico analizó el poder de la ira en la socialización y su idea era que la salud psicológica de la gente está relacionada con el problema de si son capaces de colocar la rabia en palabras y también si pueden escuchar a la ira o rabia del otro sin inmediatamente enojarse”.
La socióloga usó como ejemplo el caso de un niño pequeño que llora, que expresa una señal, una emoción. Si los padres lo escuchan o si es ignorado, en el caso de este último, puede llevar al pequeño de que su ira no es escuchada, por lo que se puede intensificar con el paso de los años. “Si no se aprende a poder articularlo, tendrá ataques de ira, que puede hacer que más adelante en su vida esté llena de rabia”, aseguró.
Por último, la socióloga profundizó sobre el rol de la ira y la política. “La ira tiene un rol en el cambio político, aún aquellos frustrados por la erosión de la libertad pueden usar la ira para cambiar algo. De hecho, la ira tendría que estar vinculada a ideales de justicia, libertad, derechos, y el cambio político podría ser posible”.
Agregó que “en la sociedad actual no vemos la transformación o la ira que estén vinculado a esos ideales, es no articulada y es usada por los populistas contra enemigos, porque no hay que olvidar que la ira puede matar personas o a sí mismo”.
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